La expresión “Yo soy yo y mis circunstancias”, del escritor español José Ortega y Gasset, puede ilustrar a cada quien la ruta de su propia hoja de vida.

Recordar el momento mismo de haberla leído y entonces sorprenderse, cuando una tarde calurosa, sin demasiado qué hacer, bajo la sombra fresca de un árbol y en el inicio del verano. Se eligen los momentos de la niñez, adolescencia y juventud que se desean recordar, y son ellos los que marcan la historia vital que se puede consignar puntualmente en el álbum más íntimo y exclusivo. Por alguna razón, otros se aherrojan en el rincón de la memoria, sabrá el inconsciente por qué, y no se permite su salida a flote.

Los recuerdos permiten encontrarnos en aquellos idos tiempos que dan forma a lo que somos. Y cada circunstancia en la que fuimos siendo moldeados. Las personas que en ella intervinieron, el instante ocupado, el sitio.

La mañana definitoria, en que la lectura de una línea llega a trastornar el curso de los acontecimientos de la vida misma, ya porque ha sido impresa en ella una profunda emoción, emoción que en ese momento nos encuentra más disponibles a la afectación.

El momento justo en que llegó una nota musical que abrió un horizonte nuevo, inimaginable, así como la palabra de alguien que ya no está, pero que fue de afectuoso y definitorio aliento, como esas delicadas palmadas en la espalda que animan a seguir andando cuando la tormenta se nos ha venido encima.

La llegada de la primavera puede conmover el sentimiento al punto de las lágrimas si lo que aparece ante los ojos es un tierno brote. ¿Qué ocasiona ese llamamiento al llanto? ¿Qué hace que pueda conmoverse el sentimiento si lo que ocurre es la vibración del viento sobre los tallos de una planta que ha estado siempre frente a nuestra mirada, pero que hoy se ven distintos?

Cambia el estado de ánimo con la presencia de seres amados, o también debido a su ausencia. Personajes que sembraron en las almas la semilla del afecto y que hace revolotear de alegría todo a su alrededor cuando arriban en el momento más inesperado con su sonrisa o buen humor, generosidad o laboriosidad.

El “Yo soy yo y mis circunstancias” abarca a esos personajes, toma en cuenta las emociones y los sentimientos que se van generando en esto que es la vida, ese tesoro que es único e intransferible, irrepetible, para seguir al cantautor Joan Manuel Serrat.

Tiempos como el que el mundo atraviesa con la llegada de un virus que ha puesto en jaque, urgen a un llamamiento a la comprensión, a la empatía, a la colaboración. Las palabras del escritor español Ortega y Gasset avisan de la importancia de entender cómo va el desarrollo de la persona en sus circunstancias. Y, para quien se aventure a ello, a comprender su papel en situación de tan claras definiciones. Un papel que no es menor desde cualesquiera de los ámbitos en los cuales tenga lugar: desde niños, adolescentes y jóvenes que se enfrentan a inéditas situaciones, a la falta de convivencia con sus compañeros, hasta los que en la primera línea están salvando las vidas. Todos juegan un rol importante, y la manera en que se desarrolle ese papel completa una sociedad que ahora está viviendo un momento histórico que será recordado en sus minutos más luminosos o no. Cada uno en su circunstancia y de frente a su propia manera de entender a los hombres que lo rodean.