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‘Yo Soy Simón’: Juventud en el closet
Existen muchas razones por las que se debe contar una historia. Este objetivo debe ser el motor principal de cada película y ya veremos qué tan eficaz es para alcanzarlo. El cine es también una actividad social y lo que se proyecte en una pantalla grande tiene un impacto y un peso en la vida de las personas. Muchas producciones pretenden hacernos reflexionar o señalar ciertos temas que nos afectan a todos. No existe ninguna película como “Yo Soy Simón” (“Love, Simon”) y ahí radica su importancia. Es, sobre todo, algo necesario más allá de novedoso. Pues sí, es una historia romántica para adolescentes, pero también es buena por lo mismo. ¿Cuándo en este contexto se había visto a un protagonista homosexual? ¿Cuándo se había contado esta historia desde una perspectiva adolescente, familiar y en una cinta de distribución masiva?
Simón (Nick Robinson) es un adolescente común. Tiene una mamá feminista, un padre responsable y una hermana que le gusta cocinar. También dos grandes amigas y otro amigo, que está enamorado en secreto de una de ellas. Los cuatro tienen los típicos problemas de estudiantes, romances, sueños, fiestas y demás, pero Simón oculta un secreto: es gay de closet. Aunque su familia lo apoya incondicionalmente y sus amigos son leales y abiertos, él no encuentra la manera de decirle al mundo sobre sus verdaderas preferencias sexuales. Atrapado por el miedo, encuentra en internet un testimonio anónimo de un joven gay con el que comparte el mismo dilema. Ambos empiezan una serie de correos electrónicos, que al mismo tiempo le ayudarán y causarán problemas a Simón.
Se podría desdeñar esta película en más de un sentido. En cualquier otro contexto, sería un entretenimiento pasajero y olvidable. A final de cuentas, quizá lo sea. Pero tiene algo importante en el hecho de que el conflicto central sea cómo un chico aprende aceptarse y salir del closet. Entendidos de la comunidad LGBT, fanáticos de filmes con temáticas sobre la diversidad sexual, verán en esta historia algo demasiado convencional y predecible. Quizá no sería nada del otro mundo, en realidad nada lo es en esta producción, si nos ponemos a pensar. No es una cinta que se complique, ni pretenda ser demasiado profunda o diferente. Es así de sencillo, un tipo gay que no sabe cómo decirle a su familia y amigos que lo es, en medio de dramas adolescentes y quizá poco trascendentales.
La pregunta: ¿qué pasa si le quitamos lo homosexual al protagonista? Si la historia trascurre más o menos igual, pero con otro conflicto central. Digamos, alguien con otro problema que encuentra consuelo en la correspondencia con una chica anónima en línea. ¿Funcionaría igual o se perdería en el mar de producciones similares? Porque esta trama tiene mucho de familiar y hasta predecible, la hemos visto desde los filmes de John Hughes hasta en “Spider-Man: Homecoming” (2017). Adolescentes enamorados con crisis existenciales, lo que le llaman “coming of age”. Sin lo gay, esta historia casi desaparece, se vuelve una más del montón. Si bien funciona, no tiene nada sobresaliente que ofrecernos. La sexualidad de su protagonista, sin embargo, cambia todo.
Como ya lo dije, filmes con temáticas LGBT se han hecho. Hay muchos y de todo tipo. ¿Pero cuántos se han visto con impacto comercial y dirigidas a un público abierto y familiar? Creo que el peso y la importancia social de esta película levanta la trama y la hace mucho más de lo que es en realidad. Es una historia que necesitaba ser contada para cierto sector. El mensaje aquí supera a la cinta. Es un producto dirigido a adolescentes, amigable, para verse por personas de todas las edades. Vale la pena hablar de lo que sufre un joven gay sin ser escandalosos, ni tratarse de una producción independiente, oscura y que sólo se proyecte en salas especializadas. “Yo Soy Simón” es cursi, didáctica y contada de la forma más tierna, limpia y romántica posible para hacerla de fácil acceso. Y he ahí su peso.
Tal vez todo lo anterior sólo quiera decir que es buena por el tiempo y contexto en que se estrena. Me atrevería a decir, incluso, que se trata de un avance considerable en cuanto al tema de tolerancia en la sociedad y el cine. ¿Hace 20 años hubiera existido una película semejante? Estoy seguro que no. ¿Pero tiene algo más que ofrecer? ¿Qué tal en su término más primario de hacer que nos importe lo que sucede?
No me parece que sea la mejor cinta de “coming of age” que hayamos visto, ni mucho menos. De hecho, en general no me parece muy conmovedora que digamos. Pero funciona, es un filme bastante competente para lograr lo que se propone: contar la historia de un joven gay, sus amigos y sus diversos conflictos. En este aspecto no hace nada extraordinario. Sólo lo que debe hacer: entretener. Drama sencillo, comedia sencilla. Cumple con lo mínimo y pasa la prueba, si uno no espera nada más allá.
El conflicto de un joven gay en este contexto quizá sea ideal. Quizá esté alejado de una realidad mucho más cruda y cruel. Quizá haya otras opciones al respecto mucho mejores, más efectivas y realistas. Pero lo cierto es que existen muchas personas allá afuera que necesitan de algo como “Yo Soy Simón” y quizá de otra manera no tendrían acceso a una historia con la que se sientan identificados. Aunque tal vez no sea la gran cosa, puede no sólo iniciarlos a buscar otro cine, sino ayudarlos en su vida personal de forma profunda y poderosa. No será una película sobresaliente, pero su existencia importa.
El dato
Director: Greg Berlanti
Elenco: Nick Robinson, Josh Duhamel, Jennifer Garner, Katherine Langford, Alexandra Shipp, Jorge Lendeborg Jr., Keiynan Lonsdale.
Género: Drama romántico.
Clasificación: B
Duración: 110 minutos
Calificación: 7 de diez