‘Ya no hay nada entre nosotros’

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‘Ya no hay nada entre nosotros’

ESTIMADA ANA:

 Cuando la conocí mi vida cambió, creí haber conocido a la mejor mujer del planeta, pero el día de hoy me doy cuenta que hasta el perro tiene un mejor lugar al mío. Lo afectivo, la cordialidad y el amor ya no existe más en nuestro matrimonio, ni de día ni de noche.

 A diario trato de que las cosas cambien, que todo sea distinto entre nosotros por el gran amor que le tengo, pero son esfuerzos en vano, me doy cuenta que ya nada vale la pena, que todo entre nosotros acabó.

 Se ha vuelto una mujer fría y calculadora, solo le importa la opinión y los consejos de su familia, a mi no me toma en cuenta ni para ir a hacer el súper. A ella solo le interesa el dinero, que llegue la quincena y no hace ni el más mínimo esfuerzo por generar algún ingreso, solo se dedica a vaciar mi cuenta cada día de pago.

 Tiene la mejor camioneta, nuestra casa es grande y cómoda, con todos los lujos y ni así la tengo contenta. Pierde la paciencia inmediatamente con nuestros hijos, les grita por todo y a diario los castiga a veces sin motivos. Los quiere tener solo haciendo cosas de la casa, según ella es para que se formen hábitos desde pequeños y yo estoy de acuerdo con eso, en lo que no estoy de acuerdo es la manera en la que lo hace, a base de gritos, es muy impaciente.

 Mis hijos son nobles y buenos, sin malicia y siempre se ven temerosos, se nota que le tienen miedo, que están sometidos por completo a ella, pues si la desobedecen, les va mal.

 No me gusta verlos así, son mis hijos y porque los conozco, sé que están sufriendo. En ellos son los primeros en quien pienso cuando me pasa por la cabeza la idea de irme de la casa de una vez por todas, no quiero dejarlos solos con su mamá, me parte el corazón pensar en que sufrirán si me voy, pues en mi ven refugio y consuelo por las tardes que regreso de la oficina.

 Me siento solo y enormemente agotado física y mentalmente por tener que trabajar tanto para complacerla en todas sus “necesidades”, cansado de olvidarme de mí mismo, de reír, de salir y convivir con amigos, de tener una vida personal tranquila y feliz.

 Por las noches ya no me acerco a ella porque me rechaza en todo momento con mi pretextos, por lo mismo, decidí no insistir. Ahora me encuentro en un grave problema por no saber cómo decirles a mis hijos que ya no amo a su mamá, que ya me harté de ser un hombre maltratado, rechazado y minimizado frente a su papá y sus hermanos.

 Espero no haberla abrumado con mi historia, si gusta, puede omitir algunos párrafos para fines técnicos, atentamente, 

Ernesto.

ESTIMADO ERNESTO:

 Veo un total y profundo agotamiento en su relación, por un lado ella como controladora y tú, como un hombre sometido a sus exigencias y peticiones. Pero déjame decirte que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante.

 Así es que únicamente de ti depende cuánto tiempo más estás dispuesto a seguir inmerso en esa rutina, en medio de una mujer que solo sabe pensar en ella, en sus beneficios y en su familia, antes que en sus propios hijos y esposo.

 Y por supuesto que puede llegar a ser doloroso para sus hijos la separación, pero créeme que sufren más con solo de ver cómo es su trato diario. Es preferible mil veces que el tiempo que se vean sea de calidad, que estar todo el día juntos, discutiendo, ¿no crees? Los niños son muy inteligentes y sabrán adaptarse rápidamente a los cambios que ocurran dentro de la familia, pero depende del tacto y la inteligencia de los papás el éxito en ese proceso.

 Platiquen y pónganse de acuerdo sobre la decisión que has tomado y cuál será la mejor manera de comunicárselo a sus hijos, así como los acuerdos a los que llegarán una vez que vean todo el proceso por la vía legal.

ANA