El nuevo Código Electoral

El Código Electoral que regirá las elecciones de 2017 fue aprobado por unanimidad en el Congreso Local. 

Esta reforma político-electoral es vanguardista pero tiende a favorecer a partidos con estructura territorial y cuadros profesionales en los 38 municipios de Coahuila. El PRI es el único partido que posee ambas características. 

Van los ejemplos. Para garantizar la paridad de género, habrá candidatas a presidentas municipales en 19 de los 38 municipios. ¿Tendrán el PAN o Morena candidatas para los 7 municipios de menos de 10 mil habitantes, o para los 10 de menos de 40 mil habitantes? 

¿De dónde sacarán candidatas el PAN y Morena, cuando no tienen estructura o presencia en los 38 municipios? ¿Cómo responderán al desgaste interno que ocasionará nombrar candidatas competitivas para alcanzar el triunfo electoral? El PAN y Morena terminarán debilitados y, en algunos casos, divididos por llenar el trámite. Lo peor: con escasas posibilidades de ganar.

Para asegurar su supervivencia, los partidos políticos deberán alcanzar no el 0.26% de votos, sino el 1.5% del total del padrón electoral. Este porcentaje lo obtendrán en las casillas sin pasarse votos con partidos mayoritarios. Con esta regla, los partidos “morralla”, decisores de votaciones competidas entre el PRI y el PAN, tenderán a desaparecer. 

Estos “morrallescos” pelearán para permanecer y repetir su rutina de pulverizar el voto, pero no irán solos. La diarrea independentista multiplicará su trabajo porque sus candidatos competirán con requisitos mínimos. 

El Gobernador requiere 30 mil firmas. El Alcalde de municipios como Saltillo o Torreón necesita 7 mil 500. Estas firmas no necesitan anexar copia de la credencial de elector. Las candidaturas tendrán financiamiento privado pero fiscalizado. 

¿Quién gana con esta fragmentación del voto, inducida por los partidos “morralla” y los independientes que saltarán por doquier, ya de manera voluntaria, o como peones de estrategia partidista? El PRI gana por ser el único partido capaz de movilizar a 450-500 mil votantes de su estructura partidista. 

Esta nueva reglamentación político-electoral es progresista pero está pensada y escrita desde el poder para favorecer su continuidad. Pero, cero lágrimas de cocodrilo, todos los partidos la aprobaron de manera unánime y feliz.