Y seguimos caminando

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Y seguimos caminando

Y seguimos caminando…

Pasan los días, las semanas, los meses con un ritmo inapelable. El sol nace todos los días y muere en las tardes. Y nosotros, cada uno a su manera, caminamos sin poder detener el tiempo de cada día. Aparentemente caminamos al ritmo que nos marcan las primaveras y otoños del vivir como si fuéramos hormigas condicionadas por las leyes de la naturaleza.

Sin embargo cada paso de cada jornada esconde una decisión. Muchas veces predeterminada por la rutina -laboral o escolar, familiar o conyugal- que tiene su propia programación. Otras veces esconde su propia trascendencia como elegir casarse, trabajar, emigrar o simplemente ´no elegir’ y dejar que otro se haga cargo de la propia trascendencia.

Podría pensarse que esta “propia trascendencia” repercutirá solamente en mi persona. Sus suerte y sus consecuencias las disfrutaré o sufriré solamente yo. Y la realidad no es exclusivamente individual. Esa es una miopía que a veces es crónica y a veces se quita con la edad o los golpes de la vida.

“Cada quien se forja su propio destino” es una frase que tiene parte de verdad y oculta la dimensión social imposible de diluir. Cada quien forja el destino conyugal, familiar, comunitario, económico, ecológico y político de la sociedad en que vivimos.  Es verdadera en la medida en que hace responsable a cada quien (y no al horóscopo, o los demás) de las decisiones que elije diariamente. Al asumir una responsabilidad no siempre se tiene el escenario de la trascendencia social, humana y muchas veces global. La humanidad tardó en darse cuenta de la trascendencia del ‘cubre bocas’ para evitar el contagio del coronavirus, de la contaminación ambiental y sus consecuencias que amenazan la vida de “la madre tierra”: la miseria humana –económica, cultural y moral- que estamos produciendo.

Y en nuestro irrefrenable caminar nos encontraremos dentro de 8 días con el reto de elegir (vulgarmente se le llama votar) a los que van a administrar nuestro esfuerzo cotidiano, familiar, laboral. A los que no solamente van a ser responsables del presupuesto que construimos con nuestros impuestos, sino que tienen la responsabilidad de integrarnos, colectivamente para trascender y lograr el mejor bien común.

¿Es posible que realmente seamos LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS? ¿Podremos superar la DESUNIÓN tan creciente y dolorosa que padecemos al dejarnos contagiar del virus del odio y la hostilidad política? ¿Podremos aceptar el poder que tienen las diferencias democráticas para la evolución del bien común y no solamente contentarnos con el bien individual, miope y suicida?

Creo en el poder innato de la libertad, la energía vital y la sabiduría escondidas en cada ser humano que aflora cuando hay que sobrevivir y trascender. Estos momentos críticos que padecemos estos poderes nuestros fortalecen la voluntad de trascender y elegir el mejor futuro para todos.

Dentro de 8 días nuestros conciudadanos votarán por una democracia trascendente, por unos ESTADOS UNIDOS MEXICANOS al servicio del bien común, forjarán su destino humano institucional.