Volteen y vean mi dolor

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Volteen y vean mi dolor

Inicia la Semana Santa, es decir, la conmemoración de un acontecimiento trágico sucedido hace dos milenios. Con todo lo que tengan de imprecisión los relatos originales, transmiten un hecho, un pensamiento, el inicio de una larga tradición o un mito fundacional; eso y muchas cosas más. Se tenga o no fe, resulta que nuestra historia está plagada de referencias a un evento, tanto que sería imposible rehacerla sin tener en cuenta ese pasado que nos determina.

Hay que decir que tal narración ha sido muy manipulada y que ha perdido sus significados religiosos, y usada hasta para imprimirle un sentido totalmente ajeno al que se puede recorrer, al menos entre los cuatro primeros testigos que lo dejaron escrito: los evangelistas.

Una interpretación medieval recogía el evento con una frase maravillosa que, aun en el degenerado latín medieval, transmite una idea de lo que se podría imaginar que sucedió. “O vos qui transitis per viam attendite et videte si est dolor similis sicut dolor meus”: vosotros que transitáis por el camino atended y ved si hay un dolor como mi dolor. Frase que fomentó una cadena de óleos y esculturas que podrían sumar cientos de miles. Uno se asombra de encontrar el crucifijo en taxis, en cuartos de hospital o aun en restaurantes. El arte universal sería impensable sin esa figura dolorosa. Desde los flamencos primitivos hasta Vicent van Gogh y Pablo Picasso o Salvador Dalí, sin dejar de lado el Cristo de Velázquez, son miles los artistas que le dedicaron una obra. Pero el óleo que me parece la obra maestra del tema es la de Rogier van der Weyden, pintura sobre madera del Siglo 15 que lleva el título “El Descendimiento de la Cruz”.

Tal vez alegue usted que no tiene dinero, tiempo o ganas de ir a Madrid e ingresar en el Museo del Prado para verlo. Da la casualidad de que es la obra mundial que ha sido fotografiada totalmente en cada uno de sus elementos, quiero decir que tiene millares de imágenes que pueden mostrar cada una de las partes, aun las más pequeñas para vislumbrar su grandeza y trepidar con su belleza. Las florecitas del piso son casi naturales, la lágrima de la Virgen es tan increíble que refleja el paisaje, una perla brilla como si la hubiesen pegado en la pintura y el Cristo flaco, amarillento como cadáver, su rostro azulado en contraste con los seres vivos que lo rodean se convierten en una experiencia. Es lo que llaman “emoción estética”.

Perdóneme que exprese algo personal, pero cuando estuve en El Prado ingresé con no menos de trescientas personas. Todas entraron atropellándose a ver “El Jardín de las Delicias”, de El Bosco o “Las Meninas”, de Velázquez. Me quedé solo frente al “Descendimiento” y pude acercarme (siempre con los brazos en la espalda para evitar el regaño de los vigilantes) y ver cada parte a 30 centímetros de mis ojos. Volvería a Madrid nada más a ver a Van der Weiden o, también, a Gante, nada más a contemplar por horas el “Cordero Místico” de Jan van Eyck. Éste no es un cuadro sino doce (un políptico), y de tal perfección que la gente de Hitler robó varios cuadros arrancándolos del conjunto. Cuando se recuperaron, el pueblo de Gante hizo una columna de varios kilómetros para darle la bienvenida a su lugar, la catedral, como si se tratase de un gran personaje.

Regreso al “vos qui transitis per viam” e invito al lector a que lo busque cantado en google u otro medio electrónico porque es muy bello. En su defecto busque también alguna de las versiones del “Stabat Mater Dolorosa”. Yo prefiero la de Giovanni Battista Pergolesi, del Siglo 18, pero también es maravillosa la que se canta en gregoriano. Quedé impresionado cuando se la escuché a nuestra soprano saltillense Claudia Gutiérrez en el hermoso templo de San Juan, que tiene una maravillosa acústica.

“Stabat mater dolorosa iuxta crucem lacrimosa…”: estaba la madre dolida y llorosa junto a la cruz de la que colgaba el hijo… Versos en tercetos latinos que, según Umberto Eco son, junto al increíble “Dies Irae”, los más bellos cánticos medievales (ambos del Siglo 13).

¿Cuántas mujeres coahuilenses podrían parecerse a esa madre dolorosa porque esperan día a día a sus familiares secuestrados? Vosotros que transitáis por el camino atended y ved si hay un dolor como mi dolor.