Con el arranque del proceso electoral en Coahuila, se ha visto un fenómeno de comunicación que puede generar confusión en la población: el surgimiento de creadores de contenido y medios de comunicación “espontáneos”.

Estos vehículos –principalmente en la internet- publican contenidos que parecen disfrazarse de información cuando en realidad es publicidad o posicionamiento electoral hacia un partido o personaje político en específico.

Una situación de este tipo podría impactar en la información que la sociedad requiere para tomar decisiones. En el mar de contenidos que hoy en día nos arrastra, ¿cómo discernir sobre qué es información y qué es propaganda?

Esta situación preocupa y ocupa. Los medios informativos profesionales debemos reforzar nuestra capacidad periodística para comprobar que las publicaciones sean reales, ciertas y de interés para el ciudadano. 

En esta vorágine –que han alcanzado a todos los partidos e inclusive personajes políticos de relieve- surgen también las campañas negras.

Así hemos visto que de la nada aparecen “revistas” que funcionan como un espacio de posicionamiento para personajes de la política local. O portales en la web que de pronto cuentan con información privilegiada y la mayoría de las veces inexacta.

En esa tesitura, los ciudadanos deberán estar al tanto. Y nosotros, los medios, tener la capacidad de ser un filtro que se apegue cada vez más a la verosimilitud y las necesidades informativas de la sociedad.   

No en balde, redes sociales como Facebook han reforzado sus candados para evitar que por sus plataformas se propaguen informaciones falsas que puedan impactar en campañas electorales. 

Sobre todo ante el ejemplo de Estados Unidos, en donde –según un estudio de Buzzfeed- las informaciones falsas sobre las elecciones llamaron más la atención en Facebook que los verdaderos artículos.