Virus

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En Washington, una vez al año, en febrero, como sucedió el jueves pasado, republicanos y demócratas de altos vuelos se reúnen para honrar a Cristo. Es un grupo muy numeroso y echado pa’delante. En el pasado han intentado convertir a personajes tan controvertidos como el dictador libio Muhamar Kadafi.

Para ellos, nadie es tan malo que no pueda ser redimido, ni para nadie es tan tarde que no pueda tomar el camino señalado por el hijo de Dios. Aunque cristianos, respetan a todas las religiones y celebran a quienes creen que el ser humano tiene fines trascendentes.

A ese evento, Putin ha enviado gente de confianza para tratar de establecer canales de contacto por fuera de las grillas políticas que tanta cerrazón provocan en torno a Moscú. El cristianismo es un gran puente de entendimiento y de esperanza en que reine la paz entre todos los humanos.

Las enseñanzas cristianas son instrucciones, son reglas de conducta que buscan a perpetuar la vida. Son paquetes de información que han sobrevivido siglos siendo transmitidos de una mente a otra, a veces por la sola palabra, a veces por escrito. El punto importante es que una vez instalada esa información, transforma a las personas y cambia sus conductas.

Cuando las ideas políticas desprecian la vida, y pretenden cambiar las reglas para generar libertinaje y hedonismo, entonces se convierten en una especie de virus que destruye el cuerpo social, al igual que los virus atacan las células en el cuerpo humano. Así podemos caracterizar a las ideas socialistas que prometen paraísos, pero terminan generando dictaduras que arrasan con la salud económica del país que las contrae.

No hay diferencia entonces entre los efectos que provocan ideas defectuosas y los virus que nos incapacitan o matan.

Los virus como el de la gripa, la influenza o el temible ébola son paquetes de información que se apoderan de un célula y la esclavizan para producir más virus y de pasada pueden discapacitar a sus huéspedes e incluso causarles la muerte.

Tenemos entonces dos amenazas globales producto de pandemias. Por un lado las juventudes norteamericanas contaminadas por las ideas socialistas radicales de Bernie Sanders, quien apunta a ganar la elección interna del partido demócrata. Más de un cincuenta por ciento de los estudiantes universitarios dicen querer socialismo como forma de gobierno en los Estados Unidos.

Y por otro lado, el nuevo coronavirus que ya infectó a casi treinta mil personas en China y que ha matado a setecientas en ese país. La preocupación que ello genera depende de a quién se le pregunte. En Estados Unidos la CDC (Center for Disease Control) se siente confiada de haber tomado las precauciones para evitar se desparrame. En México, nos aterra que nuestra desorganización sea un ambiente receptivo y por ende en extremo peligroso.

¿Qué es más letal, el coronavirus o el socialismo? La historia nos dice que el segundo, por las guerras que ha ocasionado. Pero si consideramos que en este momento hay 20 millones de americanos con gripa, la cosa cambia. Una mutación podría tener consecuencias devastadoras.

El coronavirus nos asusta porque aún no hay vacuna y porque ya le dio la vuelta al mundo a pesar de las medidas tomadas. También por la rapidez y facilidad con la que se transmite. Las precauciones son lavarse las manos varias veces al día y no acercarse a otra persona a menos de dos metros.

El socialismo asusta porque infecta a jóvenes idealistas, por lo general sin conocimientos de historia. También porque tiene el internet a sus órdenes para seguir infectando sin que las líneas fronterizas pueden servir de obstáculo. Por cierto, una defensa la pueden encontrar en el videos Lecciones de Administración de la Biblia, que publicamos mi hermano Hernán y yo en Youtube y pusimos a disposición del público sin costo alguno.

A final de cuentas, nuestro peor enemigo es la ignorancia. Ambos virus tienen la ignorancia como principal aliada. Como el coronavirus se contagia antes de que el huésped presente síntomas, este sigilo lo hace especialmente peligroso, pero México debe cuidarse de ambos.

javierlivas@mac.com