Víctimas de la Ley

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Víctimas de la Ley

Policías Federales han confundido a tu hijo (un estudiante de ingeniería) con un criminal y lo han matado en un retén sobre la carretera. El hecho ocurre un sábado por la noche, pero te enteras hasta el martes tras volverte loco un par de días de no saber absolutamente nada de él. Dejemos de lado la búsqueda de justicia, cazar al responsable, pedir una explicación, de eso no hablaremos. La tragedia ocurrió en la carretera a Piedras Negras, casi llegando a la frontera; vives en Oaxaca y vives con lo justo, decides vender lo que tienes para viajar a la frontera, reconocer el cuerpo, trasladarlo, darle un funeral. El desgaste económico queda en un segundo plano después de la tragedia de perder a la persona que más amas; sin embargo, alguien te dice que existe una Ley General de Víctimas y que dentro de esta legislación existe una “Reparación de daños” que apoya económicamente a gente que ha sufrido una tragedia similar o peor a la tuya. 

Sigues gastando, ahora en un viaje a la Ciudad de México, te registras y junto a ti hay diez mil casos en una fila interminable, te explican que el mecanismo tiene un robusto presupuesto: en tres años el gobierno ha dado mil 500 millones de pesos. Llegas a la ventanilla y te empiezan a pedir facturas de traslados, funerales, comidas, cenas, desayunos, más recibos, y no sabes de lo que te hablan. El dinero simplemente no fluye, volteas a la derecha y tienes a los padres de Ayotzinapa; volteas a la izquierda y están los familiares de las víctimas de Nochixtlán; detrás de ti está gente de Allende, te rodean caras largas y te conviertes en una cifra más. Así se acumula la desesperanza, otra vez la ineficacia del gobierno.

El presidente de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, Jaime Rochín del Rincón, se reunió esta semana con diputados y senadores que trabajan en una reforma a la Ley General de Víctimas, lo dijo claro: Ayotzinapa y Nochixtlán fueron pruebas de fuego para la ley y reprobó. 

A la pérdida de un ser querido se suma la montaña burocrática, para que salga un peso de esa caja fuerte llamada “reparación de daño” es un complejo sistema de trámites. México es una tragedia en todos los niveles; sin embargo, duele más cuando el ciudadano está con la guardia baja, en el peor de los momentos, ahí también nos convertimos en víctimas de la ley.

@jrisco