Viciar el conteo de votos: la estrategia de Morena

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Viciar el conteo de votos: la estrategia de Morena

El miércoles 5 de julio del año 2006 estaba marcado en el calendario electoral como la fecha para la realización de los cómputos distritales correspondientes a la elección de Presidente de la República, diputados federales y senadores celebrada el domingo 2 de julio.

La jornada llegó precedida de la tensión generada, a lo largo de los dos días previos, por un candidato presidencial irresponsable, mentiroso e intelectualmente deshonesto, quien acusó temprano a la autoridad electoral de haber “perdido” dos millones y medio de votos.

Pese a la tensión de los días previos nadie podía prever el nivel de crisis al cual arribaríamos esa misma noche, porque nadie anticipó el truco preparado por “ya saben quien” y sus apandillados. La intención, está muy claro hoy al ver las cosas en retrospectiva, era reventar el proceso electoral a como diera lugar.

Para ello, Manuel Camacho Solís y Ricardo Monreal idearon y pusieron en práctica un plan cuyo objetivo era muy preciso: generar en el público la confusión sobre el resultado electoral a partir de “mostrar la ventaja” de López Obrador en el cómputo de los votos realizado en los 300 comités distritales electorales de forma simultánea.

La estrategia era realmente muy simple y el efecto mediático provocado por esta fue eficaz para sembrar la duda sobre el fantasioso “fraude electoral” inventado por el mesías tropical y sus aliados. Esta consistió en obstaculizar el cómputo de los votos en las casillas donde Felipe Calderón obtuvo la mayoría de los votos y dejarlo fluir donde ellos aventajaban.

Vale la pena explicar someramente la mecánica de los cómputos distritales para identificar el truco. Este proceso implica extraer, de la bodega existente en cada Comité Distrital Electoral, uno por uno y en orden numérico, los paquetes electorales, para validar sus resultados y, en su caso, desahogar cualquier controversia existente al respecto.

Computar” el resultado implica capturar el número de votos emitido en cada casilla, a favor de cada partido, en un sistema de cómputo. En el más o menos lejano 2006, el sistema usado para este propósito había sido diseñado esencialmente para la consulta institucional interna y no para proporcionar información al público. Eso facilitó las cosas a los conjurados.

¿Cómo se “obstaculizó” el cómputo de las casillas donde Calderón había ganado? Sacándole provecho al reglamento de sesiones. Cada paquete electoral sometido a revisión daba la oportunidad a los representantes de partido de solicitar el uso de la voz para “argumentar”, ¡hasta por 15 minutos!, aunque divididos en tres intervenciones.

Para lograr su propósito, los representantes de la coalición lopezobradorista solicitaron el uso de la voz para proponer el recuento de los votos en cada casilla en la cual perdieron. Al final nadie les seguía la corriente, pero eso no era lo importante para ellos, sigo hacer avanzar el reloj. Eso implicaba sumar casillas favorables a su causa y “ampliar la ventaja” en el cómputo global, del cual se emitían reportes públicos cada hora.

Los representantes de la alianza por la cual se postuló a Felipe Calderón no se percataron a tiempo del truco –o no les importó lo suficiente– porque no imitaron la estrategia. Ellos tenían prisa por concluir. Pero el fruto final ya estaba envenenado: cada reporte emitido para informar sobre el avance del cómputo colocaba a López Obrador al frente del conteo oficial de votos.

A las 11:00 de la noche el Tlatoani se colocó ante las cámaras para la escena final: contrario a toda lógica –por lo tenso del momento– se “retiró a dormir” aduciendo tener mucho trabajo por hacer al día siguiente. La pretensión en realidad era cuajar el viejo truco de “cuando nos fuimos a dormir yo iba ganando la elección y durante la noche nos la robaron”.

Recuperar este episodio de nuestra historia reciente es importante para dimensionar la estrategia hoy puesta en operación por la división “fraudes electorales” de Morena y cuyo propósito es reventar la elección de 2021, pero esta vez la noche misma del próximo domingo 6 de junio.

A través de un “Manual de Capacitación” para representantes de casilla, los alquimistas morenos pretenden replicar en los votos obtenidos por su coalición el milagro bíblico de la multiplicación de los panes y los peces.

No podemos ser ingenuos. El Manual es real y lo estampado en este es una estrategia para generar el caos y gritar fraude allí donde el conteo de los votos revele resultados adversos para la transformación de cuarta.

¿Cuál es su pretensión esta vez? Tratarán de obligar a los funcionarios de mesa directiva de casilla a concederles dos, tres y hasta cuatro votos a sus candidatos, por cada boleta en la cual un elector cruce los logotipos de los tres partidos integrantes de su coalición.

Negarán la autoría del Manual, pero el modelito tiene sus huellas dactilares por todos lados, porque eso es la “T4”: una pandilla de individuos inescrupulosos, dispuesta a todo con tal de seguir enchufados al poder. Como ocurrió hace 15 años, intentarán vendernos ahora el cuento de un fraude cuya ejecución, en realidad, solamente está siendo intentada por ellos. Al tiempo.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx