Una vez más surgen los héroes de bulbos; emisarios del pasado que ahora sí se las saben todas

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Una vez más surgen los héroes de bulbos; emisarios del pasado que ahora sí se las saben todas

Ya hemos hablado en este espacio de esos “héroes de bulbos” que existen en México. Esos que cuando estuvieron en el ruedo, en la cancha o en la batalla, no supieron como cortar orejas, meter gol o salir bien librados, pero que repentinamente, una vez que su turno al bate terminó, milagrosamente se empiezan a dar cuenta de lo obvio que era batear de home run o ganar aquella gloriosa batalla. Me parece que no es exclusivo de nosotros los mexicanos, sino que es naturaleza humana ver la complejidad de una faena taurina (o de un juego de beisbol) de una forma cuando uno está en el ruedo (o en el campo) y de otra muy distinta cuando uno se sienta en el segundo tendido de la plaza o en el palco numerado rumbo a la primera base. Sin embargo, se esperaría que quien ya estuvo en el terreno de juego, tuvo su oportunidad y vio que la pelota es lanzada a 90 millas por hora, tendría un poco más de cuidado cuando critica al bateador que ahora ocupa su lugar, especialmente si quien ahora critica desde su palco no tuvo un promedio de bateo digno de presumir.

Así, tenemos que esta semana surgieron de entre las tribunas seis notables héroes de bulbos del pasado, unos con mejor porcentaje de bateo que otros, pero ninguno que haya llevado a su equipo (o país) a ganar una serie mundial. Todos tuvieron su oportunidad en distintos equipos y diferentes momentos históricos bajo el mando de diferentes managers y mantuvieron a su equipo consistentemente de media tabla para abajo. Me refiero a los seis exsecretarios de salud federales que emitieron una serie de recomendaciones al gobierno actual en relación con la pandemia de COVID-19: Salomón Chertorivski (no es doctor), Julio Frenk (tal vez el más brillante y reconocido de los seis), José Ángel Córdova (le tocó y libró la crisis del H1N1), Mercedes Juan López (en el sector con MMH, CSG y EPN), José Narro (saltillense y muy priista) y Guillermo Soberón (casi 95 años de edad; secretario de salud con MMH). Estos seis exsecretarios de salud en los gobiernos de Miguel de la Madrid, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto tuvieron en sus manos el tema de salud nacional por 24 de los últimos 36 años antes de la llegada de la 4T al poder.

Hay estadísticas de todo tipo que reflejan el “porcentaje de bateo” o “las orejas y rabos cortadas” de estos exsecretarios y por más que uno tenga muchas dudas acerca del (mal)manejo de la pandemia en el gobierno del presidente López Obrador y del papelón que se está aventando el subsecretario López-Gatell, resulta incluso más ofensivo que vengan estos emisarios de un pasado poco exitoso y bastante nebuloso a querer, ahora sí, ver la paja en el ojo ajeno y mostrarse como portadores de soluciones mágicas.

Por ejemplo, de acuerdo con el Instituto de Evaluación y Estadísticas de Salud de la Universidad de Washington (IHME), bajo el mando de estos héroes del pasado la tasa de mortalidad atribuida a obesidad se duplicó de 8 a 16 por ciento; el porcentaje de la población con cáncer aumentó en un 41 por ciento; el porcentaje de muertes atribuidas a suicidios se incrementó en un 62 por ciento. El porcentaje del gasto familiar en alcohol se duplicó entre 1994 y 2006, de acuerdo con la OMS. ¿Hicieron todo mal? No. ¿Hicieron todo bien? No. Fueron ellos quienes de una u otra forma fueron parte de sistemas corruptos que hundieron al sistema de salud en una crisis eterna de la que ni siquiera una 4T+ que realmente quisiera transformar al País podría enderezar. Fueron ellos parte de esas ceremonias de inauguraciones de hospitales inconclusos o de esas primeras piedras de obras que sabían nunca se terminarían. Fueron ellos parte de un sistema y de gobiernos de distintos colores que se encargaron de encaminar al IMSS y al ISSSTE a una situación financiera prácticamente irreparable. Fueron esas administraciones, desde mucho antes que la 4T, las que se encargaron de no invertir en infraestructura, en educación, en las doctoras y los enfermeros, en equipo de punta, en incentivar a la iniciativa privada para apoyar mejor al sistema de salud nacional. Fueron ellos, antes que AMLO y los suyos, quienes vieron pasar contratos fraudulentos en la adquisición de medicamentos a precios inflados. ¿Por qué deberían estar calificados ellos para señalar a alguien? Cierto, pueden haber tenido y tener la mejor de las intenciones y su pecado, en el mejor de los casos, pudo haber sido que formaron parte de administraciones mediocres y/o corruptas y/o ineptas, pero ¿cómo pueden ellos querer cambiar desde la tribuna lo que no pudieron cambiar en el terreno de juego? Si quieren ayudar, eviten desplegados y cartas. Traten de acercarse sin lucrar políticamente y sin buscar el reflector.