¿Una repetición o una nueva película?
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¿Una repetición o una nueva película?
¿A quién le daría usted el Oscar por la mejor actuación política? Usted dirá que los “Oscares” se reparten a los mejores actores de la cinematografía que es “la fábrica de los sueños” y la política es el manejo de la realidad social y económica. La realidad del hambre, la enfermedad y la ignorancia que no se resuelven con sueños sino con “praxis política”.
Sin embargo, el teatro de la “praxis política” incluye dos actos: el primero, el de las campañas, vende sueños, promesas, denuncias y críticas severas a la actuación de los administradores del “bien común” en turno. Es el acto que incluye escenas de actos masivos románticos, emocionales hasta las lágrimas (de los candidatos por supuesto), reportajes de virtudes y denuncias de agendas secretas, spots radiofónicos y televisivos semejantes a las arengas de los adalides salvadores que prometen el rescate de la tierra prometida y la recuperación del botín de los piratas. Es un primer acto que anuncia una epopeya cinematográfica en el segundo acto que altera el ritmo cardíaco y enciende los ideales y las ilusiones incipientes. Pero también es una película tantas veces repetida que difícilmente produce una esperanza de que el segundo acto pueda ser diferente a los anteriores sexenios.
El segundo acto revela el desenlace. Un candidato resulta electo y triunfador. Se inicia la segunda parte de la “praxis política”. Es el tiempo de cumplir las promesas, los sueños y las denuncias hechas al pueblo masivo y anónimo en un contexto real de realidades conectadas por la codicia del dinero público, las deudas y compromisos políticos heredados, de las complicidades confabuladas, del siempre paupérrimo presupuesto y de asegurar la permanencia en el poder al que se ha llegado con tanto sudor y lágrimas… ajenas.
Continúan las escenas del segundo y tenebroso acto con un cambio paulatino del fondo musical: la emoción triunfante se diluye en una melancolía popular que empieza a percibir un desierto sexenal en lugar de la tierra prometida. Se mantiene la misma tasa de desempleo, de inseguridad, de insalubridad, de ignorancia y de corrupción disimulada con discursos patrióticos, justas deportivas, parlamentos infantiles, nuevas leyes de protección para los animales y eventos culturales masivos protagonizados por ídolos del pueblo (como Carmen Salinas).
En escenas simultaneas, privadas y discretas, el Ejecutivo actúa en la “real politik”, halagando, amenazando, cediendo, confrontando, concediendo, premiando el apoyo, el desacuerdo o la oposición a sus mandatos.
Esta es la película repetida durante sexenios: el manejo político de dos grupos: el pueblo pobre, idealista, sentimental y románticos, y el grupo de los poderosos influyentes (políticos, empresarios, religiosos) siempre prudentes conservadores del “status quo” inalterable.
Sin embargo, en la película que se está filmando en Coahuila hay nuevos personajes que la hacen novedosa y con un final impredecible. 1) Hay candidatos independientes de consignas y compromisos partidistas. 2) Hay unas redes sociales incontrolables en sus críticas y denuncias que pueden derrotar a los candidatos. 3) Hay un contexto de hartazgo creciente de políticos corruptos y millonarios. 4) Hay una creciente conciencia y responsabilidad ciudadana que se vuelve crítica y activista en todos los ámbitos sociales.
Necesitamos ver el final dentro de seis años para premiar con un Oscar o al mejor gobernador o a los demás personajes (líderes sociales y organizaciones ciudadanas) que ya no actúan como papeles secundarios en esta película de la democracia que se espera será nueva y diferente.
Javier Cárdenas