Una máquina que lee la mente y traduce los pensamientos en texto | Futuro posible

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Una máquina que lee la mente y traduce los pensamientos en texto | Futuro posible

¿Existe la tecnología para leer la mente?, ¿qué tanto nos hemos acercado a ese punto?, ¿promete ser algo benéfico o tendrá oscuras consecuencias? Exploremos juntos esta idea.

Desde 2012 a la fecha surgen con mayor frecuencia noticias que afirman la creación de dispositivos capaz de leer los pensamientos humanos. ¿Maravilloso, no?

Uno de los aspectos más interesantes en los avances tecnológicos, es que al mismo tiempo que sientan fundamentos científicos y expanden los alcances de la ciencia, satisfacen expectativas ligadas al lado más místico, onírico y primitivo del ser humano.

Es así que dos cuestiones que en principio se antojan lejanas, cuando no contradictorias, no solo convergen en términos conceptuales, sino que se impulsan mutuamente, logrando una unión extraña: hacer realidad con fierros y circuitos, lo que las artes mágicas han imaginado de antaño.

Me explico a detalle.

Supongo que ocurrió antes, pero no lo tengo presente con tanta claridad. La primera vez que intenté leer la mente de alguien más fue en 1998. Iba en primaria. Estaba sentado en el salón en clase cuando me quedé quieto y puse mi atención en Samira, una compañera que hablaba mucho y según mi lógica de entonces, así sería mucho más fácil escuchar lo que estaba pensando.

Me reservo los detalles del método: simplemente no funcionó. Lo intenté varias veces ese día con los mismos resultados negativos. Seguí con el intento semanas, meses y años después con algo claro en mi cabeza. Algún día, tras mucho esfuerzo, podría leerle la mente a quien me diera la gana.

Hasta aquí, me gusta creer que toda persona en su sano juicio ha intentado, al menos una vez en su vida, leer la mente de otra persona.

Por supuesto a mitad de los 90’s, ya había especulaciones futuristas respecto al tema. Frederick Henry Mayers, uno de los fundadores de la Proceedings of the Society for Psychical Research, había explorado ya el término telepatía entre 1882 y 1888 (aunque fue duramente criticado).

El famosos experimento de “adivinar naipes” se efectuó primero en 1917 con una conclusión no tan favorable (en la Universidad de Stanford) y luego en 1927 con mejores resultados gracias a la metodología de las Cartas Zener (en la Universidad de Duke).

Pero por más avances que hubo, esa extraña noción de leer la mente se quedó clasificada como una pseudociencia. 

La ficción se había volado la barda, sí, pero no dejaba de ser eso: ficción. Desde los Jedis en Star Wars, Danny Torrance de Stephen King, mutantes como el profesor Charles Xavier en el universo Marvel e incluso los Simpsons a manera de parodia. 

Volviendo al punto inicial de este breve repaso histórico, nada de eso fue mi inspiración. Yo saqué la idea de videojuegos como The Legend of Zelda y Final Fantasy. Además, obviamente, yo no quería pasar por ningún entrenamiento, deseaba una habilidad sobrehumana inmediata y con un control completo. 

Confieso que mantuve esa “práctica de intentar leer la mente de otras personas” básicamente hasta el día hoy a mis 30 años. Y aunque el resultado es trágica y sistemáticamente el mismo, no así el proceso que oscila entre la paranoia, la neurosis, la frustración y el alivio. 

Pero llegaré a eso después, primero vayamos a cosas que sí se pueden corroborar.

En una charla de Ted subida a YouTube el primero de octubre de 2014, el neurocientífico y doctor en biología por la universidad de Bremen,  John Dylan Haynes, explica algunos hallazgos de sus investigaciones sobre la lectura de diversos procesos cerebrales mediante escáneres.

Mind reading with brain scanners | John-Dylan Haynes | TEDxBerlin

“Cada pensamiento que tienes, posee su propio y único patrón de actividad cerebral. Piensas una cosa, eso es un patrón. Piensas otra cosa, eso obedece a otro patrón. Lo que estamos haciendo es entrenar computadoras para reconocer estos patrones”, comenta.

De tal forma que si estas máquinas tienen un alto grado de aciertos al identificar el tipo de pensamiento, el investigador cree que se puede diseñar un software que lea los pensamientos de la misma forma en que los lectores de huellas digitales pueden brindar información sobre la identidad de una persona.

Haynes señala que los estudios en los que había participado hasta entonces tenían resultados positivos aun cuando gran parte de las lecturas tenían que ver con la imaginación de las personas y sus proceso mental para la toma de decisión, apoyándose en los principios de similitud de la neurociencia.

Pese a los sorprendentes avances, sin embargo, no había algo que se pudiera considerar un lector de pensamientos de forma concluyente.

En marzo de 2020, The Guardian publicó una nota con el siguiente encabezado: “Científicos desarrollan inteligencia artificial que convierte la actividad cerebral en texto”.

El artículo redactado por la periodista especializada en ciencia, Nicola Davis, expresa que se trata de un sistema que detecta patrones neuronales cuando alguien habla en voz alta.

Uno de los coautores de la investigación, el doctor Joseph Makin, de la Universidad de California en San Francisco, dijo que esto podría ser la base de una prótesis de voz, de acuerdo con la publicación.

La BBC también abordó la historia, y señalan que el algoritmo fue programado para transferir los patrones cerebrales a oraciones verbales en tiempo real, con una tasa de error menor del 3 por ciento.

Es decir, que ya no estamos tan lejos de que una máquina pueda leer los pensamientos de las persona y expresarlos en forma de audio o texto.

La revista Nature, explica que el proceso para el desarrollo de esta inteligencia artificial involucró a cuatro voluntarios que leyeron palabras en voz alta mientras tenían electrodos conectados.

La publicación agrega que si bien es un gran avance, todavía hay retos que se necesitan vencer antes de que se desarrollen tecnologías futuras. Los científicos señalan que al principio, el sistema no atinaba en las predicciones, pero conforme avanzó la lectura, las estadísticas mejoraron.

Lo cierto es que a partir de aquí las posibilidades son infinitas. 

Desde aplicaciones para terapias del lenguaje hasta tratamientos para traumas físicos, emocionales o mentales. Revolucionará la manera en que nos comunicamos y nos permitiría entender con mayor amplitud los procesos neuronales. Quizá podríamos escribir una carta o un libro solo con pensar en las palabras. 

Si avanzamos en el tiempo unos cuantos años, digamos 50, tal vez ya sea posible conectar a las plataformas que son Netflix o Amazon Prime y la inteligencia artificial pueda seleccionar un contenido que mejor nos vaya según nuestros pensamientos.  

Imaginando algo más alternativo. ¿Sabemos cómo se escribe un sonido sin usar onomatopeyas?, ¿podremos enviar de forma remota, de cerebro a cerebro, la sensación que nos producen estímulos como los olores o el miedo a las arañas?

Quizá sea posible llevar un record escrito de nuestros sueños si nos conectamos a alguna red de inteligencia computacional y hasta hacer streaming con ellos.

Sin embargo, también existe la probabilidad de que este poder sea usado para el mal. Secuestro de pensamientos, robo de información confidencial, implantación de pensamientos falsos.

El mismo Hynes pone el tema sobre la mesa: “Hay un gran debate, que es muy necesario, sobre lo que estas tecnologías queremos y lo que es éticamente factible”.

Con todo esto dicho, además de aplaudir a las mentes brillantes que hacen todo esto posible, pienso en mis intentos infantiles por entrar a los pensamientos de otras personas como si fuera una cosa de tener una llave maestra digital, un hacker de cerebros humanos, una mezcla entre los videojuegos Watch dogs, Persona y Kingdom Hearts. 

Con la edad, las fantasías inocentes de leer los pensamientos de alguien más se han convertido en una episodios de tortura que vienen y van y vienen otra vez.

A veces me preocupa que no sea necesaria una tecnología como tal, y que en realidad todos puedan entrar a mi cerebro y yo sea el único que no puede.

No miento. Tengo conversaciones falsas mentales para engañar a los telépatas natos. Pero bueno, como siempre, esto se está yendo a terrenos que no resultan precisamente interesantes para ti como lector, y solo incrementa mi ansiedad.

Así que nos leemos en otra ocasión donde exploremos juntos la tecnología, la creatividad y la innovación, con mucha imaginación y esperanza que todo eso se convierta pronto en realidad.


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