Una larga espera
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Una larga espera
Como quiera que se piense, el proceso electoral ha sido pesado, aburrido, lleno de chismes. Los cuatro candidatos han consumido el tiempo tan poderosamente que les han impedido tener un lugar siquiera mínimo a los candidatos a cargos menores, esto es, alcaldías, diputaciones y senadurías (para el caso Coahuila). Esto es bueno y también malo. Siempre sentimos más cerca de nosotros a los alcaldes (a diputados y senadores ni cerca ni lejos: no existen). Hay miles de saltillenses que no han oído hablar de todos los candidatos a presidentes municipales y no saben siquiera el número o los apellidos. ¿Qué haremos con ellos; qué harán con nosotros cuando tomen el poder local? Para los que conocen a alguno existe la duda acerca de si podrá llevar a cabo sus pequeños proyectos (los grandes no son de su incumbencia) frente al dominio absoluto del gobernador. La experiencia nos ha mostrado que los gobernadores se apropian de todo lo que les rinda a ellos un fruto aun pequeño (político, económico o que alimente su nunca colmada vanidad). El esquema lo inventó Óscar Flores Tapia, pero sus sucesores lo manejaron de maravilla. Los programas “peso por peso”, “mano con mano” y demás han sido la muestra máxima de la falta de democracia o, en veces, de la corrupción galopante.
Ejemplifico con un caso. Ramos Arizpe tuvo un alcalde panista que impuso a su sucesor. Éste le puso los cuernos casi de inmediato, cambió de partido o fue comprado y transformó sus promesas en ocurrencias. Después de él se puso a la venta la alcaldía, que ocupó un comprador que de inmediato se puso a recuperar la inversión. Se repitió lo mismo otro periodo. Al final llegó a la presidencia una buena señora que no duró en el cargó más que el año que le correspondía, que se redujo a siete meses, cuando mucho.
Ramos Arizpe es un municipio privilegiado pero que no ha logrado hacer valer su fortaleza como gran productor de divisas para la Nación y el Estado. No han podido resolver el problema del agua, tan sencillo por el tamaño de la población. Hoy, mientras usted lee esta columna, todos los barrios y colonias del poniente carecen de agua. Un alcalde populista (hoy que todos condenan esa orientación) dejó correr el problema: una buena parte de los ramosarizpenses no paga su agua. Evidentemente la desperdician y eso evita que los otros la tengan. Se habla del derecho humano al agua. Claro que es un derecho. Lo es también el derecho a la vivienda, a la salud, a la seguridad y a otras cuestiones, pero si ni siquiera se tiene el derecho a la vida los demás salen sobrando. La cosa es que esos alcaldes priistas no le dan agua a los que viven en el poniente ¿tendrán derecho al agua?
Sabemos que el Valle de las Labores, que era su nombre, tenía demasiada agua, de ahí que se le definiera como tal. El agua corría por todos lados y había pilas gigantescas que almacenaban el líquido para derivarlo a las labores (huertos, hortalizas, maizales…). Tenía Ramos su “derecho al agua”, misma que se manejaba en conjunto con Arteaga y Saltillo, puesto que las tres compartían ese tesoro. El reglamento que se obedecía era el de Valencia, España, que tenía y sigue teniendo el sistema más claro y coherente de uso y reparto del agua. Todo eso acabó. Ahora la actual alcaldesa hubo de prohibir que se abrieran colonias porque no habría agua para ellas.
El problema del agua es uno de tantos. Ramos está en el abandono. Sus calles son baches. Hay inseguridad. No hay proyectos culturales. Por ejemplo, alcaldes van alcaldes vienen y la restauración del templo de Santa María no avanza. Ese proyecto tiene como tal más de 25 años. Si no han hecho eso, ¿qué podrían hacer?
Ese Ramos, riquísimo y menesteroso a la vez, existe. Chema Morales, del PRI compite con Xavier González, del PAN. Después de tantos fracasos y engaños la gente no tiene otro dato que sus propias carencias y su inseguridad. Chema es una buena persona, pero en un mal partido. Xavier tiene bases para rehacer ese municipio a partir de lo esencial: lucha contra la pobreza (abundante), apoyo al campesinado, conservación de su cultura… Nada del otro mundo, pero hay que hacerlo, y no lo hizo el PRI.