Una historia hidrocálida para Gobernación

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Una historia hidrocálida para Gobernación

Antes de la jornada electoral del uno de julio del año pasado, la ciudadana Olga Sánchez Cordero, tuvo la gentil atención, apertura y el distintivo trato de la paciencia ligada al interés, para escuchar y compartir --en una comida-- en la Ciudad de México con un grupo de alrededor de 17 directores y propietarios de las principales empresas de la comunicación en la provincia mexicana.
Aún queda el buen sabor de boca de ese encuentro. La ciudadana es hoy la Secretaría de Gobernación.

Fue un encuentro con el reecuentro de días idos, pero tan presentes en el corazón y en la memoria. Escuchar, ahí a un lado de este tundeteclas a Mónica Arróniz, hoy cabeza de la empresa que heredara de su bien recordado padre el Dr. Othón Arróniz, El Mundo de Córdoba, en donde tuve la oportunidad de tener mi primera máquina de escribir y en un 1981, llevarme, felizmente, la principal, ahora sí a ocho columnas, con aquellos formatos llamados estándar.

Viene al caso la cita, dado que ayer 15 de enero se dieron otros reencuentros, ahora con el manoseo y al abuso del poder político, extremo para intimidar y cercar la libertad de expresión.
“En la primera línea de fuego se encuentra la prensa de provincia”, le expresaba en su momento a la ciudadana Sánchez Cordero. Esto por los actos violentos que han cobrado una larga fila de cruces y numerosos hogares de periodistas enlutados por el clima de violencia generado desde bandas criminales y por otro lado por la persecución de gobernantes –en Coahuila no había pasado mucho que lo había resentido el propietario de Vanguardia, el apreciable Armando Castillo, y por igual El Mundo de Córdoba, en donde la alcaldesa panista le aventó al medio a funcionarios públicos para que le levantaran a los voceadores--.

Ahora nos topamos, lamentablemente, con nuevos hechos, que por supuesto requieren la atención de Gobernación.

En Aguascalientes, hechos que indignan. Pero, que cuando se es periodista dan cuenta y estimulan a saber que no se escribe en el desierto, dado que hay una sociedad dispuesta a salir a la calle y manifestarse solidaria en la calle y de cara al poder público.

La historia hidrocálida:

“José Luis Morales Peña fue ingresado ayer a los separos de la Policía Ministerial (Aguascalientes), por disposición del Juez Segundo de lo Civil, Piña, quien desacató el amparo federal otorgado al conocido comunicador social.

“Cuando abandonaba en su vehículo la zona donde reside con su familia, Pepe Morales fue obligado a descender de su auto y subir a una patrulla de la Ministerial, que lo trasladó a la sede de la corporación minutos antes de las 7:00 de la mañana. 

“Pepe Morales se dirigía al edificio de Radio Universal, empresa de la que es director general, para la transmisión de su programa cotidiano Infolínea. Pero no le permitieron continuar su camino y los agentes de la ley le dijeron que tenían órdenes de detenerlo “por hablar mal del gobernador Martín Orozco”.

“Los agentes, que no lo esposaron y de los que, dicho por él mismo, no recibió mal trato, le permitieron efectuar una llamada telefónica y utilizó la vía de comunicación para dar a conocer, cuando estaba por terminar el programa de la Nota Roja, que no se presentaría en la cabina al tiempo de explicar las razones.

“El productor Carlos Merino entró en su relevo, repitió el contenido de la llamada telefónica del titular y a continuación abrió las tres líneas disponibles y otros dispositivos digitales para que el público radioyente -ya en ese momento de decenas de miles de personas- diera su opinión.
“Los mensajes de los que hablaron mostraron, como común denominador, la ira por el atropello a las garantías individuales del comunicador, y minutos más tarde la gente empezó a concentrarse a las afueras del edificio de la PM, para exigir su inmediata liberación. Desde ese lugar armaron la protesta, que extendieron en seguida a la glorieta de El Quijote, para bloquear la circulación vehicular.

“Al ver que su inconformidad no era atendida, resolvieron ingresar por la fuerza a las instalaciones de la Ministerial, cuyas puertas estaban resguardadas. Allí se vivió la tensión, porque las personas insistían en llegar hasta el área de celdas y entonces arribó un contingente de la Policía Estatal, del agrupamiento antimotines, dotados de escudos para organizar un muro de doble fila.

“Alguien hizo ver al oficial que comandaba al grupo, que eso era una provocación y que podría desencadenarse la violencia, ya con los ánimos exaltados. Vino la contraorden y los uniformados se replegaron hacia el interior.

“La multitud se calmó cuando se le dio a conocer que la detención del conductor radiofónico no duraría más de cinco horas, pero el plazo fue acortado unos minutos al ver que los manifestantes se mostraban enardecidos. Por fin, cerca de las doce del día, apareció José Luis por una lateral del inmueble y la gente aplaudió y lanzó “porras” en su apoyo.

“Ya reintegrado a sus labores gerenciales, Pepe Morales asumió con ecuanimidad el incidente y lamentó que la autoridad no haya respetado el amparo federal vigente, al tiempo de anticipar que el asunto no ha terminado, pues ahora se encauzará por el camino de los Derechos Humanos y de la Judicatura Federal”.

Una historia hidrocálida para un nunca mas.