Una experiencia africana
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Una experiencia africana
Sin esperarlo, llegó a mi correo una invitación a participar en un Coloquio Internacional en Libreville, Gabón (África negra). Sabían que había publicado un libro sobre negros en Saltillo y se interesaban en que expusiera a sus alumnos el tema. Ellos pagarían mi viaje y estancia. Acepté con emoción, y también con miedo a no llenar sus expectativas.
En la Universidad Omar Bongo, un pequeño grupo de profesores creó hace 20 años el Centro de Estudios e Investigaciones Afro-Ibero-Americanos. Se trataba de un aniversario, pues. También fueron colegas de Brasil, Perú, Chile, Colombia y España. A mí me asignaron la conferencia final.
Gabón es un país francófono, así que preparé mis dos intervenciones en francés (lo hablo, estudié en Francia). Al empezar, se levantó un estudiante inquiriendo si podría hablarles en español. Pregunté (todavía en francés) si había alguien que no comprendiera el español: una sola mano se levantó. Decidieron que la mayoría manda. Me impresionó que en esa Escuela y Centro todo mundo hablara mi lengua. Me explicaron que de África salieron como esclavos millones de negros, que España y Portugal fueron los que crearon esa relación, aunque fuese en el sentido amo-esclavo y que en los países latinos se hablaban esas dos lenguas romances. Más me sorprendieron las preguntas de los alumnos. Conocían a Carpentier, Paz, Rulfo, Cortázar, García Márquez y otros muchos. Sus preguntas: ¿qué piensa usted del concepto de Octavio Paz sobre el mestizaje?, ¿le gusta “El reino de este mundo”?, ¿por qué?, etcétera. Cien alumnos hablaban español en África negra. ¿Cómo pudo suceder?
Hace 20 años un profesor gabonés creyó que debían dejar atrás las quejumbres, los complejos, y enfrentar su historia tal y como era: una historia de secuestros, esclavismo, saqueo, un colonialismo perverso de parte de Europa, un desprecio racista que sobrevive hoy en día (Estados Unidos y partes de Latinoamérica). Este señor, Nicolás Ngou-Mve, publicó “El África bantú en la colonización de México (1595-1640)”, libro que detonó su proyecto. Cuando hablé de los negros mascogos de Coahuila y dije que usaban todavía palabras raras (me preguntaron cuáles), mencioné “ñam” en referencia a “comida o comer”. Una linda muchacha me explicó que “gniam” es palabra bantú y significa, precisamente, comer. Sentí una enorme emoción.
Regreso a mi doble plática. Hablé de mi viejo libro que escribí junto con don Ildefonso Dávila sobre “Esclavos negros en Saltillo” y de la investigación que ahora estamos terminando en la Escuela de Ciencias Sociales sobre la comunidad mascogo de Múzquiz. Lo primero les gustó porque nadie sabía nada sobre africanos en el norte mexicano. Les mostré estadísticas sobre el blanqueamiento de la población negra y sobre la persistencia de la esclavitud (los saltillenses alegaban que el hijo de vientre esclavo es esclavo, por ley; de ahí que para el siglo 18 se vendieran esclavos blancos de ojos zarcos porque el vientre, su madre, les daba el ser).
De los mascogos imaginaban que era nada más que un referente casual y una especie de telenovela, pero al mostrarles fotos aplaudieron: ¡ahí estaban negros bantúes… y se veían contentos, rozagantes!
Termino diciendo que nunca imaginé que cinco profesores, cuatro negros y un blanco, hubieran podido crear un Centro tan productivo, tan sólido. Un trabajo heroico. Es decir que, si los maestros quieren, pueden crear una institución de nivel, aunque eso les cueste mucho esfuerzo. ¡Toda una comunidad en el centro de África hablando español!, pero, además, excelente español (de repente te preguntaban si en México había racismo o si sabíamos y sentíamos que teníamos sangre africana…). Les conté en mi charla que una genetista había encontrado que en Villa Santiago, Nuevo León y en Saltillo, había un 38 por ciento de dactiloglifos negroides, específicamente bantúes. Y sí, incluso niños güeros los tienen.
Todos los latinos dejamos Gabón con una enorme admiración por lo que habíamos conocido. Los cinco profesores y sus 100 alumnos eran una muestra de que la educación puede transformar a los jóvenes. Yo me traje tarea: voy a dirigir una tesis sobre un tema mexicano a un alumno de allá y seré lector de otras dos tesis (época colonial, una, y racismo, otra).