Una descobijada saludable

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Una descobijada saludable

La situación política que estamos viviendo se caracteriza por  la incertidumbre tanto del presente como del futuro. Es una etapa de transición y cambio tanto internacional como nacional y estatal. Las tres influyen y tienen consecuencias directas o indirectas entre sí. ¿Quién iba a pensar que el cambio del Presidente de EU iba a tener consecuencias en la economía saltillense? Sin embargo, así sucede. Los planes y decisiones de D. Trump amenazan la permanencia no sólo de  las plantas automotrices, sino de otras empresas de su cadena de producción.

Las probabilidades de que esto suceda de manera drástica e inmediata son lejanas, como lo han expresado los expertos que conocen la gran cantidad de tiempo y de recursos requeridos para mover una industria de esas dimensiones.

Sin embargo, el miedo y la fantasía son más fuertes que la razón cuando se trata de anticipar los peligros. Se tiene más miedo a lo que “puede” pasar que a lo que tiene poca probabilidad de que suceda, sobre todo en las situaciones que son nuevas y desconocidas.

De ahí el refrán “más vale malo conocido que bueno por conocer” que si se lleva a la práctica, inhibe cualquier progreso al considerar de manera exagerada el riesgo de lo nuevo. Esa exagerada precaución provoca un estar “encarcelados” por la comodidad que ofrecen algunas condiciones familiares, laborales, económicas o políticas. Son comodidades que inhiben el salir del hogar para formar una nueva familia o para estudiar en otra ciudad, el cambiar a un mejor trabajo o el elegir un candidato diferente.

La “comodidad” en que hemos vivido, en realidad, ha sido una alucinación producida por la demagogia de los políticos, la publicidad comercial (que nos vuelve capaces de comprar un Cadillac) y el “paraíso terrenal sin esfuerzo”, que ingenuamente prometen tanto los activistas de la “superación personal” como los angelicales predicadores de las distintas religiones.

Donald Trump con sus contradicciones mentales y verbales no sólo ha generado incertidumbre, sino que nos ha favorecido con revelarnos una parte de nuestra realidad humana maquillada (“bonita y segura”) que  nos paralizaba con su “alucinante comodidad política, económica, religiosa y social”.

Las nuevas condiciones no nos permiten quedarnos cómodamente paralizados con la estéril pregunta: ¿cómo nos va a ir con D. Trump? Sino: ¿qué tenemos que hacer para caminar hacia lo nuevo y progresar sin el cobijo del TLC o sin la cobija del hogar o sin el cobertor de las corrupciones políticas? Trump, sin saberlo, nos vino a “descobijar” y nos forzó a dejar una comodidad que nos encarcela y nos corrompe. No nos queda más remedio que valernos por nosotros mismos. Y eso es lo más sabio que le  puede suceder a todo ser humano.