A Saltillo: 444 años te contemplan
en estos tiempos con aires de juventud

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) es el que dará la cara para la elección de su próximo candidato a Gobernador del Estado en los últimos meses del año 2022, una vez que se dé la publicación de la convocatoria correspondiente, o a menos que se calienten los tiempos y se adelante el destape, dará la cara digo, después de que al Gobernador le insinúen algunos datos -hay que decirlo– por parte de algunas influencias provenientes de personajes coahuilenses avecindados en la Ciudad de México y que de igual forma le sugieran el retiro, seguramente, de la carta de un tirador al puesto que no goza de sus complacencias, condición arrastrada desde hace años en que ambos cumplían  en diferentes órganos de gobierno -aunque el pretendiente busque en algunas esferas políticas nacionales la luz que lo empuje- y que tomando en cuenta el apoyo decisivo que le dieron para obtener la actual gubernatura, seguramente concederá las opiniones.

Últimamente los medios de comunicación han citado a seis presuntos que pueden contender por el puesto entre todos los partidos, sin embargo tenemos que atenernos a la realidad y a la seguridad de que el PRI, siendo el partido dominante, la atención electoral se reduce a la mitad de los probables que pueden competir para la primera magistratura del estado, y de estos, Manolo, Jericó y Olmos, saldrá el que partirá plaza y enfrente los seis años siguientes.

Si empezamos a evaluar a los aspirantes priistas que se quieren apuntar para la encomienda en función de su trayectoria pública, que es como debe ser, y que merezca el reconocimiento por su labor en la que haya esparcido frutos benéficos a segmentos de la población por el que trabajaron, pero sobre todo dejado una atmósfera cuya inercia ha contribuido a mejorar acciones derivadas en un crecimiento, y no el haber dejado una ciudad con deficiencias en los servicios primarios y que a pesar de esas carencias lo situaron en un puesto que demanda capacidad derivada de una sapiencia que debe poseer para desarrollar labores de normatividad que se acunen entre la población.

Uno de los mencionados es Jericó Abramo, expresidente municipal de Saltillo y ahora diputado federal por tercera ocasión, quién ha recorrido un camino con características de una carrera de velocidad, pero que en la realidad política no ha sido de esa manera, pues tres veces diputado federal es restarle oportunidades que han ido frenando su aspiración para obtener la silla principal de Palacio de Gobierno, y que se ha debido, principalmente, a barreras que le han puesto protagonistas de nuestra política coahuilense, que moviendo hilos favorecieron a su estancamiento, y cuyas definiciones, al parecer, van en apoyo a otro personaje cuyos atributos pesan más, ya que han dejado avances favorecedores a la ciudadanía.

Hay que tomar en cuenta los activos que tienen los presuntos candidatos cuyos nombres han sido mencionados para la gubernatura por el PRI y evaluar su trayectoria, que en última instancia es la que beneficiará la vida de Coahuila y su población.

Cuando llegue el momento de escoger quién será su sucesor, el Gobernador del Estado deberá hacerlo sin preferencias que puedan llevar a su partido a perder la elección en el 2023, y en cambio  privilegiar verticalmente al que tenga la capacidad de llevar a nuestro estado de Coahuila por caminos de progreso que redunden en el beneficio colectivo.

Hay que ir deteniendo los tiempos de manera que no se desborden de sus cauces los ímpetus salidos de los partidos políticos  y se adelanten, pues conscientemente, políticamente se debe concluir teniendo el acierto de saber definir y saber escoger a quién de los mencionados es el que se deba elegir  para la competición y con su triunfo trabajar por el estado como en la práctica se ha hecho, de manera que Coahuila transite por caminos de vanguardia.

Se necesita un Gobernador que continúe con la eficacia del actual.

Se lo digo EN SERIO. 

franciscoaguirreperales@gmail.com

@aguirreperalesf