Una casta privilegiada

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Una casta privilegiada

Este domingo 15 de mayo, el Gobierno rinde homenaje a los maestros. 

Hay maestros que dicen que el mejor homenaje que reciben, es reencontrarse con profesionistas que fueron sus alumnos y les reconocen haberles enseñado las primeras letras, inculcándoles el tesón por el estudio. 

Científicos, ingenieros, bueno hasta políticos, son el resultado de la labor de los buenos maestros frente a grupo, de maestros que sacrificaron tiempo para el esparcimiento personal y familiar, con el fin de preparar con ahínco el material de estudio del día siguiente. 

Porque en este país, hay que decirlo pues no es un secreto, también hay hombres y mujeres que estudiaron en las escuelas normales, pero no para estar frente a grupo: la carrera de maestro fue en el caso de ellos un trampolín para otra actividad que no fuera la de enseñar. 

Esos hombres y mujeres que no son dignos de recibir el título de maestro, porque no formaron profesionistas, se dedicaron a realizar labores sindicales, partidistas y en muy contados casos trabajos administrativos, constituyen el grupo de los llamados comisionados, que el sistema mantuvo por décadas como grupo elitista en el magisterio. 

Esos burócratas de la educación y de la política, si acaso estuvieron frente a grupo diez años, fueron muchos. Esperaron la oportunidad para abandonar a los educandos y realizar otras actividades con cargo al presupuesto destinado a la educación, que durante un largo cuarto de siglo fue realmente desmesurado. Un presupuesto tan jugoso como el que amparaba a los trabajadores de Pemex y que era sustentado asimismo por las opíparas ganancias petroleras.

Con la caída de los precios del crudo, los “comisionados” serán cosa del pasado. Pero el daño que le hicieron a la educación en México tendrá repercusiones por lo menos durante otro cuarto de siglo. 

Terminar con los “comisionados” fue un gran acierto del presidente Enrique Peña Nieto. La decisión de terminar con esta casta privilegiada no provino de un partido de oposición, sino de un gobierno priísta, mismo que bajo su férula desde hace 40 años, alentó y cobijó las prácticas sindicales, no sólo en el SNTE sino en el resto de los partidos que agrupan a la burocracia federal y de los estados. 

Los maestros comisionados cobraban sin dar clases, se ufanaban al decir que su holgazanería era un derecho al alcance de todos los trabajadores (pero al que curiosamente sólo ellos llegaban). En Coahuila se dieron casos de maestros comisionados por dos secciones sindicales, una federal y otra estatal, pues estos mandarines tlaxcaltecas contaban con plaza en ambos niveles de gobierno. Muchos de ellos ni siquiera tenían asignadas funciones sindicales: su comisión era una sinecura, un privilegio, un premio. 

Los mexicanos dejaremos de pagar mil millones de pesos por el sueldo de estos comisionados, únicamente en este año. Esa cantidad de dinero se encauzará hacia tareas docentes y de infraestructura, que buena falta harán en medio del dramático desplome de los precios internacionales del crudo. 

Este día habrá egresados de las escuelas normales de profesores que estarán recibiendo los estímulos y premios por años de servicio; al menos a partir de este año ya no realizarán labores sindicales, ni administrativas, con cargo al presupuesto destinado a la educación, tampoco estarán comisionados a las campañas políticas, ni siquiera a las del propio partido magisterial, Nueva Alianza. 

En realidad, seguirán existiendo los llamados comisionados, pero nunca más con cargo al presupuesto destinado a la educación. Será ahora el sindicato el que se haga cargo del sueldo y los gastos de esta casta privilegiada, que bien poco podrá negociar para sus agremiados, en un contexto de crisis económica profunda, que ni los millones de turistas ni los paisanos que envían desde Estados Unidos de Trump, millones de dólares en remesas, nos ayudarán a paliar. Pero esta es otra historia... 

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