Un vivir inesperado
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Un vivir inesperado
En los abuelos de la presente generación y los de la anterior hay similitudes y diferencias que les generan retos de adaptación, expectativas de que el presente sea un duplicado del pasado, inconformidad con la declinación de su energía física y mental, por enumerar algunas.
Para ambas generaciones el reto de adaptarse a las circunstancias cambiantes de la vida humana siempre ha estado presente. Las etapas de transición de la infancia a la adolescencia, de ésta a la vida juvenil y luego a la vida adulta, con sus propias etapas, siempre han sido fuente normal de crisis personal, conyugal y familiar. Los abuelos son testigos y participantes de estas crisis de cambio. La diferencia que experimentan los abuelos de hoy es que los cambios en el presente son a la máxima velocidad, de tal manera que las circunstancias de su “ayer conocido” han sido sustituidas por un “presente desconocido” que está a años luz del anterior.
Aprendieron a adaptarse a tres comidas en la mesa con sabores cocinados en casa. Hoy tienen que tomar un batido orgánico, proteínico e hipersaludable, una comida fast-track y un matahambre que no sea indigesto. Aprendieron a crecer y vivir en una familia extensa semejante a un enjambre de parientes y amigos con quienes compartían alegrías y fracasos que no derrumbaban a nadie. Hoy tienen que adaptarse a las condiciones económicas y sociales que genera la familia nuclear con sus limitaciones del tiempo apresurado y el trabajo tan demandante que absorbe todas las horas disponibles del día y disminuye las posibilidades de convivencia.
Para vivir en este nuevo mundo que sustituyó a la “familia extensa” por la “familia nuclear” no hay que sustituir el presente con un pasado que ya se fue, sino adaptarse a la realidad actual y disfrutar “de lo perdido lo que se encuentre” sin culpar a los que también están sujetos (y no autores) a los cambios y las nuevas condiciones.
Este proceso de adaptación es esperado por la juventud y madurez, pero es inesperado en la tercera edad, lo que le añade una dificultad adicional. Implica crear una nueva forma de vivir, que se dice fácil, pero puede resultar muy desgastante para la salud física y mental si rebasa las posibilidades de tal manera que puede enfermar el vivir cotidiano. Por ello la “nueva forma de vivir” de los abuelos actuales y su familia significa vivir cada día disfrutando lo posible dentro de las circunstancias que marcan cada presente y ajustar a ellas las expectativas personales y familiares sin sacrificar las posibles ilusiones.