Un Tri con el sello de Osorio
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Un Tri con el sello de Osorio
La selección mexicana presume solvencia y buenos resultados. Es obediente a una idea y en algo ha madurado: ya no le atormentan los desafíos de envergadura. El domingo le ganó bien a Uruguay y dio señales de fortalecimiento en competencias duras.
El debut del Tri en la Copa América fue coherente, en gran medida, con lo que quiso. Con Osorio el equipo ha encontrado una forma de jugar, pero también seriedad. Parte de un plan, independientemente de quien lo ejecute, y el molde se acomoda de acuerdo a la longitud futbolística del rival.
La era del colombiano sólo registra una colección de triunfos (8 en total y un solo gol en contra), pero aún así al DT lo miran de reojo. Acostumbrados a otros manejos más populistas, Osorio parece tener en contra su poca exposición mediática y su incapacidad para vender humo. Como habla mucho de futbol, en México, esto aburre.
Pero Osorio hace su trabajo, impone su método y cree que a los únicos que debe convencer es al grupo. Y lo está logrando. Su primer gran acierto ha sido elevar la vara a la altura de selecciones más competitivas. Ha entendido que México ya pertenece a esa clase social del futbol donde todos se miran al hombro.
Para tal propósito ocupó inyectarle a los seleccionados los componentes de su filosofía y el procesamiento de esos datos se encuentra en una etapa evolutiva. El Tri está en la permanente búsqueda de ser protagonista en los partidos y no por una cuestión circunstancial, sino por convicción y esto es un gran avance.
Esa decisión de ir siempre al frente está aderezada por un estilo de propuesta variable. Este seleccionado diversifica su funcionamiento y lo hace bien.
El Tri modula las transiciones, es dinámico, no juega con contenciones estáticos –apuesta a un dominio territorial en el medio con un tándem elástico: Herrera, Guardado y Layún-, le da amplitud al frente de ataque con dos “wines” bien abiertos –Aquino y Corona-, y tiene a un solo faro de ataque –Hernández-.
También puede prescindir de un punta si las condiciones del partido lo ameritan para pasar a conformar un bloque más resistente en el mediocampo. Ocurrió con el ingreso de Dueñas ante Uruguay.
Osorio no se casa con una sola estrategia, sino más bien la reacomoda sobre la marcha. El técnico quiere un equipo autónomo que se sostenga en las distintas fases del juego. Desecha lo previsible y la automatización porque le resta funcionalidad.
Además, defiende con un sistema mixto comandado por el inoxidable Rafael Marquez, autor intelectual de ese juego direccionado que va de atrás hacia adelante.
El veterano zaguero central tiene un poder influyente. Es la cabeza de una la línea de mando dentro de una estructura colectiva que se mueve con orden hacia un mismo destino.
El Tri aún tiene detalles por corregir, es cierto. Si afloja el ritmo y el alcance de su cobertura, abre caminos al rival. No es imbatible, pero con Osorio sí ha reducido considerablemente su vulnerabilidad.
Si completará todo su recorrido en esta Copa América, no se sabe. El Tri siempre ha ilusionado de más en los últimos tiempos. Una alta expectativa fundada más en lo mediático y comercial que en lo futbolístico.
Osorio quiere derribar esa ficción con un equipo más formal, aunque no siempre guste la manera de obtener la efectividad.