Un siglo del Mago

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Un siglo del Mago

Todo arte es autobiográfico. / Fotos: Especial.
No todos los días la entrega de esta columna coincide con el cumpleaños de un genio absoluto. Año de centenarios: Asimov, la más joven de las hermanas Brontë, Bradbury, Puzo, Celan; este 20 de enero se festeja exacta la efeméride de un visionario, de un poeta y us esotérico; el cosmopolita más provinciano; artista delirante y alquimista esencial del cine del último siglo: Federico Fellini.

1. El sueño, la niebla y las caderas de La Gradisca

Para el nativo de Rímini no hubo nada más importante que el sueño: cada día, durante los rodajes, preguntaba a sus asistentes y directores de arte qué habían soñado la noche anterior: “Hablar de sueños es como hablar de películas, ya que el cine utiliza el lenguaje de los sueños: años pueden pasar en segundos y se puede saltar en un lugar a otro”.

Casi toda su obra es recuerdo y construcción: una niebla laberíntica y ubicua, los lugares de la infancia, las caderas de las mujeres inalcanzables de la adolescencia; la vida soñada que atravesaba el mar como un gigantesco trasatlántico, el Cinema Fulgor, donde soñó con los ojos abiertos sus primeras películas: “Hablar de sueños es como hablar de películas, ya que el cine utiliza el lenguaje de los sueños: años pueden pasar en segundos y se puede saltar en un lugar a otro”.

Su obra conjuntó la visión surrealista con la crítica existencial.

2.- Los barcos, la locura de los potentados

Artista de la desmesura, no por nada sus inicios creativos fueron como caricaturista. El agua rodea, inunda su cinematografía: la pandilla de diletantes que en el último cuadro de “Los inútiles” (1953) contempla su vida informe o desperdiciada. El Mastroianni que al final del desengaño y el extravío en “La dolce vita” (1960) vislumbra en la playa a la mujer misteriosa y a la criatura marina; la crítica a los estratos sociales en “Y la nave va” (1983) o los aviones de pasajeros sumergidos de sus últimos proyectos para cómic. El aburrimiento y el vacío, de los césares a los playboys del último medio siglo, los espejismos de la fama “8 y ½”, el cineasta refrendó siempre como una respuesta a la vacuidad de lo real la vía de lo onírico: ver “Julieta de los espíritus” (1965).

"Me gustan las estaciones, Matisse, los aeropuertos, Rossini, los hermanos Marx, el tigre, tener una cita con una mujer hermosa y que ella llegue tarde, Homero, Joan Blondell, el helado con nuez, Ariosto, unas nalgas en bicicleta, todo lo bello que tiene una mujer hermosa, el olor de la tierra húmeda, el ciprés, las gentes que hablan poco, el mar en invierno, James Bond, los locales vacíos, los restaurantes desiertos, las iglesias sin gente adentro, el silencio, el sonido de las campanas, estar solo en Urbino el domingo por la tarde, la basílica de Boloña, Venecia, toda Italia, Chandler, Kafka, Londres, el metro, tomar el autobús, las camas muy altas, despertarme y volverme a dormir, los lápices Faber número 2, el chocolate amargo, los secretos, el alba, la noche, los espíritus, el Gordo y el Flaco, las bailarinas”.

Sandra Milo, la otra musa.

3.- México, el esoterismo

Una constante en Fellini son los proyectos inconclusos, abandonados o díficiles –por no decir imposibles- de realizar. Entre las decenas de películas que quedarían sin filmar destacan dos: “El viaje de Mastorna”, que sería protagonizada por Mastroianni –actualización de la Comedia de Dante- y la extraña “Viaje a Tulum”, donde el propio director, acompañado por el legendario Juan Matus de Carlos Castaneda emprendería un viaje esotérico al sureste mexicano. El guión de ambas sería actualizado y adaptado al cómic por el inmenso dibujante Milo Manara y publicado a mediados de los noventa. Sobre México, país que el director italiano visitó  en 1985 buscando locaciones, hay varias referencias: dicen que su primer desencuentro con Castaneda sucedió cuando éste le replicara “Maestro, el mar azul turquesa que usted está construyendo en los estudios Cinecittá ya existe y está en Tulum”.

¿De dónde salió la escena del twist de Tarantino en Tiempos Violentos?

4.- Fellini es un adelantado; los motivos y formas del cine moderno caben todas en su cine: los magos, los aviones, Cristo, el sexo, los romanos; las mujeres (Más allá de la archiconocida Anita Ekberg en la famosa escena de la Fuente de Trevi o Claudia Cardinale, las portentosas Magali Noel, la hiper erótica Sandra Milo), el periódico, los payasos, el circo, la fuerza bruta y la inocencia (Anthony Quinn y Gelsomina); a pesar de su deformidad y su bufonería, su obra es una glosa al sueño irrealizado y las ilusiones perdidas (Los inútiles, el jeque blanco, Amarcord): la estafa de los sueños de la vida moderna. De su obra se desprenden adjetivos: lo felliniano.  Sustantivos: la palabra “paparazzi” aparece por primera vez en “La dolce vita”.

Más que lo religioso en su cinematografía hay una profunda preocupación por lo sacro.

El Mago nos enseñó el papel del arte y la creación como una coartada:

“Mi mundo es confuso, cambia de estación en estación y no soy maestro del pensamiento. Hacer de mi vida una creación estética y artística es mi ley, mi magia y mi religión. Para lo demás soy un solitario y lo que más me interesa son lo sueños nocturnos y mi trabajo. El trabajo me da dignidad, el trabajo me lava de todas las traiciones, de todas las porquerías y de todas las rutinas de la vida cotidiana. El trabajo es mi coartada. Y quizás, ante Dios y los hombres, es una coartada que da buen resultado.”

 

alejandroperezcervantes@hotmail.com

Twitter: @perezcervantes7

Las mujeres fueron un eje absoluto en toda su obra.
Mastorna y el viaje a Tulum, dos proyectos inconclusos.