Un Quijote nace de nuevo
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Un Quijote nace de nuevo
Nadie se atrevería a declarar oficialmente que el sistema de corrupción actual sea un beneficio, un logro o una estrategia de desarrollo.
Entonces, ¿por qué domina los ambientes, influye en los procesos de administración pública y privada, es celosamente evaluado en las elecciones gubernamentales y en todo el sistema judicial… y todos lo ejercen como un privilegio inalienable en cuanto tienen la oportunidad de corromperse o corromper? En pocas palabras: ¿por qué existe como una sombra irremediable?
Las causas son inumerables: históricas (“desde tiempos de los Aztecas”), sociológicas (“el que no tranza no avanza”), psicológicas (“así eran sus abuelos”), antropológicas (“es parte de la idiosincrasia del mexicano”), religiosas (“desde que la sociedad perdió el temor de Dios…Diosito no me des, nada más ponme donde hay”), educativas (“si de chico quiebra el grano… ¡¿que será cuando marrano?!”).
Son tantas las causas que parece una tarea imposible erradicar la corrupción. Sin embargo, el creciente deterioro del orden social que va convirtiendo lentamente en cenizas al sistema social, ha forzado a nuestros legisladores a crear un Sistema Anticorrupción. Una Institución incipiente que es criticada como un “Don Quijote” maltrecho y alucinado, que carece de la suficiente autonomía gubernamental y partidista y está pendiente de ser armado con su triste figura por las Cámaras de Diputados Estatales.
No es de extrañar este escepticismo ciudadano, dado que el Poder Legislativo no se libra de una cultura de corrupción latente en su dependencia política. Este nuevo Quijote fue concebido y nació en la cárcel de un sistema. No es un cisne blanco que nació en un lirio del pantano para que no se manchara su plumaje. El problema no es que ya exista al menos una instancia que va a combatir la corrupción. Eso es un gran avance democrático, una semilla que puede crecer y convertirse en un roble autónomo y leal a unos valores democráticos. El problema radica en que nace en el contexto de un sistema político corrupto que lo va a acoger, amamantar con sueldos y privilegios, adular con reconocimientos y logros circunstanciales que no amenacen al sistema político con cambios radicales, necesarios para que nuestra democracia no quede reducida a cenizas y pueda sobrevivir.
¿Será posible que este Quijote-anticorrupción logre sobrevivir y modificar el sistema político?
Si, y sólo si se mantienen dos condiciones que lo ayuden a crecer desde su “incubadora”: 1) Si se mantiene viva, crítica y operante la Alianza Anticorrupción Coahuila y otras organizaciones que integren y canalicen el compromiso ciudadano y 2) que le den tiempo al tiempo, porque el esfuerzo para combatir la corrupción llevará muchos años y los corruptos le apuestan al cansancio de los ciudadanos.