Un paseo por el cielo

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Un paseo por el cielo

Las noticias ingratas y dolorosas no llegan solas. Jamás llegan solas, para desgracia nuestra. 

Hace apenas semanas o meses, da igual, en un infausto accidente perdió la vida el joven compañero de los medios impresos en Coahuila, Lorenzo Cárdenas, y junto con él, toda su familia. A finales de diciembre, el 23, para ser precisos, murió el articulista de la revista Proceso, amén de haber sido junto a Julio Scherer (primos, por cierto) y Vicente Leñero, uno de sus fundadores, el periodista y sacerdote católico Enrique Maza (1929-2015). Nunca será tarde para abordarlo.

Cuando leía casi semanalmente la revista, primeros años de la década de los 90, no faltaba jamás a la cita de leer a dos favoritos: José Emilio Pacheco y Enrique Maza. Lo demás era prescindible para mí, no ellos. Educado por los jesuitas, estuvo como Capellán de los condenados a muerte en prisiones de Cleveland y Kansas City. Rebelde, sus textos hacían no sólo pensar y reflexionar, sino que movían la conciencia, incomodaban y buscaban a través de sus letras, eso que vino Jesucristo a vender en la tierra: libertad y verdad. Como articulista era letal. Como analista de su fe, tal vez rota, era mejor. 

Recuerdo tener en mi librero sus libros. Ignoro si escribió más: “El Diablo. Orígenes de un Mito” y “El Amor, el Sufrimiento y la Muerte”. 

Por ambos, fue censurado por su institución, el catolicismo, que todo lo trata de censurar en su momento. Y lo anterior ahora me llama mucho la atención porque debo de releer el primer volumen aquí deletreado con miras a escribir un texto sobre el terrible Satanás o Diablo, tratar de sujetar su poder de otro mundo ahora que los sábados inicié el proyecto de hablar de Dios. ¿Es el reverso de Dios el mentado Diablo? Y es que el tema es eterno, de existir Dios (la bondad, el amor) entonces ¿debe de haber un ser maligno, un ser malo, un Diablo? Ya desde su título, el libro trata de desacralizar; no realidad, sino “mito”.

Tengo fragmentos que por algún motivo copié en mis archivos, pero insisto, el libro debe de estar en algún lugar del caos que es mi biblioteca en este tiempo. 

Leemos a Maza: “Unos quisieron y quieren atribuir a Dios el origen del mal,  y se separan de él, porque lo vuelven malvado al hacerlo el autor del mal. Otros no se atreven a tanto y buscan a otros seres que hagan el mal, para no atribuírselo a Dios, sean dioses intermedios, inferiores, llamados demiurgos o de cualquier otro modo, que originan el mal, o sea seres espirituales, demonios, Ángeles caídos, que inspiran, siguieren y aún hacen el mal en los hombres  y a los hombres”. 

Esquina-bajan

Es decir lector, una de mis tesis se cumple en la lectura del erudito teólogo y periodista que para desgracia nuestra, recién se unió a la eternidad con sus amigos, Julio Scherer y Vicente Leñero: tendemos a depositar en un factor externo (el Diablo, o como usted prefiera llamarle) una maldad que no procede de las profundidades de la tierra o del averno, sino de las entrañas retorcidas del ser humano. Dice Maza: “El hombre puede y debe seguir ese camino (el de la bondad, el amor y la felicidad) o no seguirlo. Es la decisión entre el bien y el mal”.

Y si usted recuerda, esto y no otra cosa es lo que deletreó el filósofo Immanuel Kant. Debemos de hacer el bien no porque alguien nos obliga y menos por tener el infierno prometido, si nos portamos “mal” en la tierra, no; debemos de hacer el bien por ser un imperativo categórico del ser humano, nuestro llamado, la mejor manera de hacer las cosas. Es su decisión lector, es nuestra decisión. Como la decisión la tuvo en su momento el padre y periodista Enrique Maza, al denunciar con pluma y sermón, las injusticias, la desigualdad, la corrupción de empresarios y políticos. Por algo, don Enrique le hacía falta desde hace buen tiempo a las páginas de Proceso.

Creo que usted se enteró hace apenas semanas de un episodio de espanto, uno más en este País que no termina de llorar a sus muertos, cuando aparecen más y de una manera brutal. En Zacatecas llegó un comando armado a un bar. 

Traían consigo una máquina para soldar. Sí, una máquina para soldar. Lo hicieron. Soldaron la puerta, nadie salió del lugar. Aquello fue un infierno. No es metáfora, es literal. Llevaban también gasolina y le prendieron fuego a aquello. 

Con los parroquianos y señoritas adentro. ¿Dónde está Dios o el Diablo en esta historia? Es cosa de humanos. Una maldad rayana en la bestialidad.

Letras minúsculas

El sacerdote y periodista Enrique Maza, de paseo por el cielo. De última hora, el buen amigo de José González-Picos nos dejó colgados. Ya descansa en paz.