Un mundo mejor

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Un mundo mejor

A veces solo quisiera dormir y al despertar encontrar un mundo sin corrupción, sin violencia, sin injusticia, sin mentira; gente que ame verdaderamente lo que hace y que sepa amar; gente que sea como los niños que no tienen malicia, asombrados de los detalles y sobre todo: que valore y ame cada momento de la vida.

En nuestra sociedad hoy en día las características valiosas que presenta un niño son muy poco valoradas, deberíamos prestarle más atención, un niño es un excelente maestro.

El mundo necesita humanos que sueñen, que se forjen metas, sin olvidarse de vivir y disfrutar el presente; el exceso de pasado y de futuro causa ansiedad.

Me pregunto: ¿qué estoy haciendo hoy para disfrutar de la vida y no olvidar que estoy vivo?

Es preocupante ver personas cuyas emociones dominantes en sus vidas son la envidia, el egoísmo, entre otros, estados mentales perniciosos. Personas a quienes se les va la vida en destruir y criticar lo que hacen otros, en lugar de construir y ser proactivos con nuestro entorno social.

Quizá este tipo de humanos se sientan cómodos, pero, es poco útil si queremos mejorar nuestras condiciones de vida. Lo mismo pasa con las personas que se dejan corromper y siguen reproduciendo la violencia estructural que nos aqueja.

Es muy respetable, puesto que es la vida de cada persona, sin embargo, suele ser muy triste ver cómo una persona puede terminar con sus sueños, sus anhelos, sus proyectos de vida e incluso con su vida misma, a consecuencia de acciones que desde un principio se le enseño que no solo la perjudicarían a ella, sino a toda nuestra sociedad.

Podríamos dar el beneficio de la duda y asumir que no encontró un camino distinto en el momento que se le presentó la decisión, sería ingenuo creer que todos partimos del mismo tipo de educación y contexto. En este sentido, es probable que haya algunos que lo hacen por gusto, otros por necesidad e incluso algunos lo hacen obligados.

Los seres humanos tomamos decisiones casi todo el tiempo, estas son parte de nuestra vida cotidiana. En ese ejercicio de decidir cometemos errores, somos seres imperfectos, pero esta condición no debería de presentar un obstáculo para disfrutar la vida. Desde lo simple: bailar, cantar, llorar, reír, saltar de gusto, sorprenderse, disfrutar y agradecer por los alimentos, disfrutar de un café, admirar un paisaje o atardecer, leer un buen libro, escuchar música, contemplar la naturaleza, observar las nubes o simplemente permitirse tiempo de descanso y no hacer nada. Son acciones que nos permiten sentir que estamos vivos, acciones que nos enriquecen como humanos. Sin embargo, a veces la “vergüenza” o la “inseguridad” nos impiden disfrutar de esos detalles cotidianos. Por eso, hay que vivir, sentir y disfrutar del presente; no permitamos que la vida se nos vaya. Lo único que tenemos asegurado es la muerte, así que vivamos cada momento para que cuando sea el viaje definitivo, vayamos ligeros y digamos... No me faltan muchas cosas y todas las que he hecho han valido la pena.

 

Christian Yadir López García

Escritor de vivencias @christian_yadir