Un fantasma recorre Coahuila: el fantasma del Sistema Estatal Anticorrupción
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Un fantasma recorre Coahuila: el fantasma del Sistema Estatal Anticorrupción
Ayer, 14 de julio, se cumplió un año de haber colocado la primera piedra del Sistema Estatal Anticorrupción en Coahuila (con la publicación en el Periódico Oficial de los decretos 903 y 904 que le dieron origen). Momento idóneo para preguntarse qué ha sucedido a la fecha.
La respuesta es muy simple: poco, por no decir nada.
A 365 días de distancia no hay un informe de actividades, como consta en el oficio SE/UT/015/2018, aunque técnicamente actúan ya como sistema, a través de un Comité Coordinador que sesiona periódicamente. En la mesa tienen una silla el Fiscal, el Auditor Superior, el presidente del Consejo de Participación Ciudadana, la magistrada del Tribunal de Justicia Administrativa, el comisionado del Instituto Coahuilense de Acceso a la Información, un representante del Consejo de la Judicatura Federal y la titular de la Secretaría de Fiscalización y Rendición de Cuentas del Gobierno del Estado.
Sin embargo de todos no se hace uno. Llevan un año cuchareando el caldo y resulta que no hay albóndigas por ningún lado.
El órgano citado es administrativamente complejo y sirve, por ejemplo, para “crear e implementar estrategias que contribuyan al fortalecimiento de los estándares democráticos en la entidad a través de los canales institucionales, trazando para ello mapas de riesgo y áreas de oportunidad”.
¿Se fijó como no dije nada y parece algo muy técnico y sofisticado?
Así, unos simulan que designan, otros simulan que proponen y el resto simulan que ejecutan. Simular, ese verbo tan mexicano.
En el mejor de los casos, otorgándoles el beneficio de la duda, el problema es de organización: en su plan de trabajo, presentado a mediados de marzo anterior, no contemplan castigar la corrupción. Enumeran, sí, cuestiones adyacentes, relativas, colindantes. Básicamente la creación de estructuras legales, andamiaje institucional, la columna vertebral de lo que pretende ser un sistema integral.
Dirán en su defensa que parten de cero. Que están poniendo los cimientos y no pueden iniciar por el tejado. Que hay resistencias naturales y antinaturales. Que los resultados, por tanto, se verán a largo plazo.
¿Y mientras tanto?
Para dimensionar su función ejemplificaré un caso burdo: un edificio a punto está de caer a causa de la corrupción al construirse. El Sistema Estatal se entera, acude y coloca unos andamios a lado del área siniestrada, desde los cuales observa y llega a la conclusión que sí, efectivamente, la corrupción es el problema y urge erradicarla.
Pero la vivienda continúa en riesgo permanente y los constructores nunca son sancionados. Anticorrupción no resuelve, pues, lo importante: que no se desplome, y que los responsables indemnicen los daños.
Eso es, metafóricamente, el Sistema Estatal Anticorrupción en su primer año de funcionamiento: un observador muy caro que sirve para cualquier cosa excepto para desalentar y castigar la corrupción. No la toca. Tan solo los integrantes del Consejo de Participación Ciudadana, Manuel Gil Navarro, Lourdes de Koster, Ana Yuri Solís, Adolfo von Bertrab y Carlos Rangel Orona tienen una percepción bruta de 123 mil 965 pesos mensuales.
Por el contrario, aplica la máxima del sexenio anterior en Coahuila: disfrazar de actividad académica lo que no tiene ni tendrá resultados concretos, como la búsqueda de personas desaparecidas. Elucubrar, no ejecutar. Y que los días transcurran entre reuniones, cursos, capacitaciones y su preocupación más apremiante sea armonizar las leyes estatales con las nacionales. Para todo lo demás basta con invitar a organizaciones de la sociedad civil para que los legitimen. Involucrarlas, no para resolver un problema, sino para que les laven la cara. Y hacerlo impopular ante la opinión pública. Que a pocos les interese su existencia y todavía menos la entiendan. Darle un cariz grisáceo.
Por lo demás, el punto no es la corrupción sino la impunidad. Pueden conceptuar la corrupción, estructurarla por objetivos generales y específicos, regularla e incluso sobrerregularla, pero mientras la impunidad reine todo lo anterior es burocracia inútil. Trabajo de Sísifo.
Quizá sea también un problema de expectativas. Hasta el momento no han caído peces gordos pero tampoco pequeños.
En Coahuila el cardumen pasea libremente por océanos de impunidad. Da la impresión, además, que sistemáticamente van colocando redes descosidas a propósito por si acaso alguno llega a enredarse, se desatore con poco esfuerzo y salga avante.
Cortita y al pie
Mientras poco sucede con el Sistema Estatal Anticorrupción, el calendario es implacable. Su instalación coincidió con el inter de una administración estatal a otra. Cuando archivos pueden perderse y responsabilidades diluirse. El paso de la muerte.
Al paso que va, no obstante, parecieran patear la lata. Tener la intención de llevársela despacio y que, por cuerda separada, los delitos cometidos en el pasado reciente vayan prescribiendo. Poco a poco. Uno tras otro.
La última y nos vamos
Un fantasma recorre Coahuila: el fantasma del Sistema Estatal Anticorrupción. ¿Cuál es su alcance real? ¿Acaso nació muerto?
@luiscarlosplata