Un ‘Fair Play’ entre tantos pícaros

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Un ‘Fair Play’ entre tantos pícaros

En un futbol mexicano que se ha contaminado de algunas malas costumbres, de la trampa y de la picardía sudamericana, encontrar actos de buena fe que abonen al “Fair Play” no se da todos los días.

La situación ocurrida el viernes pasado en el juego Coras vs. San Luis por la fecha 12 del Ascenso MX merece ser considerada como un ejemplo de rectitud deportiva.

Carlos Bustos, técnico de los potosinos, les ordenó a sus jugadores dejarse anotar un gol después que el delantero Othoniel Arce sacó ventaja de una acción generosa y pasiva para descontar (1-2).

A Arce le llegó el balón y facturó, pero no fue justo. El atacante se hizo de una pelota que San Luis devolvía a Coras como gesto de la colaboración del cuadro local para que se atendiera a un lesionado visitante.

Acto seguido, Bustos decidió enmendar el error. Paralizó a sus dirigidos y le dio la oportunidad a Coras para que anotara de inmediato y otra vez conservara la ventaja de dos goles (3-1).

“Hice lo que correspondía hacer. A veces nos olvidamos que esto es un juego y no hay que abusar de los detalles que te ofrecen los rivales para tu beneficio. Ellos nos permitieron que atendiéramos a un lesionado y no le podemos pagar con un gol nuestro. ¿Dónde se vio eso?”, me comentó el DT post partido.

San Luis está atravesando por una crisis de resultados en la liga de Ascenso y el gol de Othoniel no le iba a modificar mucho el curso a un partido que, por incapacidad futbolística, lo tenía perdido. Ni con esa ventaja podía levantarlo.

En todo caso, el triunfo de los potosinos fue en el “juego limpio”, ese que tanto se pregona en la Liga MX, pero que, siendo sinceros, no pasa de una cuestión protocolar.

En un futbol devorado por los intereses y los resultados, los pícaros y “cancheros” abundan. No es común que se reparen en estos detalles periféricos del “Fair Play” que, entre tanta vorágine, nos hacen regresar a la esencia misma de este deporte.

Hoy no son pocos los técnicos y jugadores que buscan sacar ventaja de lo que pueden, incluso, consagrando la trampa exitosa como herramienta indispensable para lograr tal o cual propósito. Tampoco no son pocos quienes recurren a las malas artes o a la traición para salvar su pellejo en este negocio.

Es indudable que la influencia argentina ha inyectado una sobredosis de vicios ocultos a la Liga. México ha importado mucho talento extranjero, pero también hábitos corrosivos y muchos “pillos” infiltrados en esa corriente migratoria de futbolistas y entrenadores que llegan desde Sudamérica.

Es normal que hoy técnicos, directivos y hasta aficionados se enorgullecen cuando sus futbolistas promueven la “viveza” como bandera por encima de la inteligencia.

“Tenemos colmillo”, dicen, cuando se defiende un triunfo apelando a todo tipo de recursos, menos futbolísticos. Pero los engaños (o autoengaños) son efímeros. La sapiencia y la creatividad siempre van a perdurar mucho más en un equipo.

El futbol tiene mucha suciedad en sus entrañas. El “Fair Play” no se trata sólo de tener menos amonestados. Se trata de practicar un juego lícito en toda su trama para intentar sacar ventaja de la manera más conveniente dentro de los límites de la sana competencia.

Sin embargo, hablar de un futbol sano es un delirio en estos tiempos. Hay demasiados “vivos” que creen y seguirán creyendo que los demás son bobos. No nos hagamos los tontos.