Un distrito a la medida del candidato: el gallo para el 16

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Un distrito a la medida del candidato: el gallo para el 16

“Distrito 16, el más disperso y extenso”.

Así describe a esta demarcación electoral, desde su encabezado, una nota de VANGUARDIA del 2017, año en que celebramos los últimos comicios locales y además, sin saberlo, éramos felices.

En razón de dichas elecciones, este medio se dio a la tarea de estudiar someramente las características de los distritos que integran el área urbana y rural de Saltillo, a saber: los distritos 13, 14, 15 y 16. (¡Qué bueno que ya no los estamos escribiendo en números romanos, porque se ve re-mamón! El Distrito XVI… ¡Si no es película de Rocky!).

La división distrital en lo federal es completamente diferente y el criterio con el que se delimita escapa totalmente a mi comprensión. Si alguien es capaz de explicarlo, en términos sencillos que todos podamos comprender, la Nación Petatiux le hará acreedor, Ipso Chingam, de un doctorado honoris causa.

Los distritos electorales son como los hijos de la Patria que, de acuerdo con el Himno Nacional, un soldado tiene en cada uno de estos. Nomás que la Nación, por cada distrito, tiene un viejo pelotudo o señora bolsona aplastados en una curul, cobrando un megasueldo y súper prestaciones nomás por hacerse reverendamente majes con las cuestiones más apremiantes del País. Me refiero por supuesto a nuestros ínclitos diputades.

-Eso ya lo sabíamos todos, novedoso columnista. No había necesidad de hacer un recordatorio de lo que es del dominio público. ¿Verdad? 

De acuerdo, pero le apuesto a que no sabe o no se acuerda de cuál es su distrito local y federal, ni de quiénes son sus representantes legislativos, en Coahuila y en las Cámaras del Congreso de la Unión.

Y lo cierto es que siempre es necesario tenerlos frescos en la memoria para que en Navidad, cuando a ellos les llegue su aguinaldazo y a usted (si es que conserva el empleo) le entreguen una ridícula fracción de lo que se embolsaran nuestros representantes parlamentarios, sepa a quién debe dirigir sus más pulidos y acabados recordatorios de madre.

Como ya hemos dicho, será en octubre, mes de las brujas (o sea, por el Halloween, no porque vayamos a andar con la madre en rastra por la actual parálisis económica, aunque también) que renovaremos nuestro Congreso Local. (¡Na´mbre, si el 2020, no deja de darnos puras sorpresas bonitas y buenas noticias!)        

Debimos, desde julio, haber superado ese engorroso trámite, pero una cosita llamada SARS-coV-2 canceló todo lo que era importante y/o divertido alrededor del mundo. Y ahora que se comienzan a reanudar algunas actividades, la vida, en una nueva e irónica jugarreta, nos restituye las p… elecciones locales, en vez de los Juegos Olímpicos que era lo que nos habría gustado que se repusiera mejor. 

Dado que gobierno, legisladores y árbitros electorales determinaron que las elecciones no podían postergarse más, en un mes estrenará usted diputeto, diputeta o diputete, en un Congreso que históricamente ha servido a Coahuila para lo mismo que el “hueso” del aguacate (dedúzcalo usted).

Retomemos: El distrito 16 es el más extenso de los que tienen cabecera en la capital coahuilense; abarca algunos asentamientos periféricos del área urbana (colonias como Los Asteroides y Mártires de Maluma), así como el total de las zonas rurales de nuestro municipio.

Y aunque poblacionalmente no es muy denso, requiere la instalación de un gran número de casillas ya que su población está muy diseminada. Es decir, es un gran peladero: Enormes extensiones salpicadas de asentamientos sin fincar, sin pavimentar u otros servicios de infraestructura. En síntesis y términos políticos llanos, el 16 es un distrito eminentemente priista.

No hay que ser un genio, ni siquiera visitar los arrabales o el área rural para determinar que es una zona estigmatizada por la pobreza, la marginación y el rezago. Justo donde se encuentra la clientela política habitual y más fiel al Revolucionario Institucional.

Distritos con estas características son un mero trámite para el viejo PRI Coahuila que, en su escala y debida proporción, conserva todos los atributos de aquel viejo PRI Nacional que definió un siglo de la historia de México. Así que para cualquier candidato tricolor, contender por una diputación en este distrito es poco menos que un regalo, dado que la campaña es mero trámite, un formulismo y una contienda imposible de perder (a menos que se quiera perder).

¿Y a quién podría darle el Revolucionario esta peculiar demarcación para que haga una campaña sin tropiezos, tersa, sin cuestionamientos críticos de los ciudadanos, sin señalamientos embarazosos o que le saquen a relucir sus antecedentes; un distrito donde de hecho tiene buenas posibilidades de ser bien recibido y hasta abrazado con gusto?

¡Exacto! Es para el más incómodo de toda su planilla de aspirantes a diputados, al que carga con un apellido que hiede a corrupción (nomás porque no se lo puede quitar). Tal contendiente está obligado a hacer una campaña de bajísimo perfil, muy discreta, con simpatizantes muy bien segmentados; porque necesita evitar la exposición de las áreas urbanas, donde en cada domicilio le estarían recordando su deplorable linaje, su abolengo infame, su apellido y el inhumano legado de su familia en el Estado y la política nacional.

Para ello son ideales las zonas rurales y las colonias de la periferia, para hacer una campaña discreta o no hacer campaña en absoluto, sólo dejar que los brigadistas vayan y repartan en su nombre los saleros, la gorra, el cilindro, las calcomanías, los cubrebocas y la promesas, para así evitar cualquier desgaste innecesario. Por eso es idóneo, para un candidato apestado, el Distrito 16.

¿No adivina aun quién ese candidato que anda pos de la curul?

¡Exacto, el tercero de la estirpe que devastó esta comarca como plaga bíblica! El nuevo orgullo del PRI, su gallo para el Distrito 16, profesor Álvaro Moreira Valdés.