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Un cerebro activo a pesar de la edad
MADRID.-Se puede aprender un idioma o tocar un instrumento a cualquier edad. Las habilidades cognitivas cambian con el paso de los años, algunas se pierden pero otras se adquieren. La transformación de nuestra actividad cerebral no debe vivirse como un declive, sino como una adaptación. Y eso solo depende de nuestra actitud.
Así lo consideran el cardiólogo Valentín Fuster y el periodista Josep Corbella en uno de los capítulos del libro “La ciencia de la larga vida”, una visión integral para entender el proceso de envejecimiento y plantear qué puede hacer cada persona para ir frenándolo.
En el capítulo dedicado al cerebro, los autores animan al lector a llevar una vida intelectual y física activa con el fin de mantener en forma las habilidades cognitivas afectadas por el paso de los años.
Y es que mientras que la inteligencia fluida, que refleja la velocidad a la que el cerebro procesa información, llega a su pico máximo al principio de la edad adulta, la inteligencia cristalizada, que se basa en la experiencia acumulada, se desarrolla a lo largo de toda la vida.
“El cerebro experto funciona como un viejo ordenador que contiene una gran información y la procesa lentamente, por eso los que mejores consejos pueden dar son los mayores, la voz de la experiencia”, apuntan.
Sin embargo, mencionan un estudio de la Universidad de Harvard y del Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos) que refleja que ni la inteligencia fluida es máxima a los veintipocos años, ni la inteligencia cristalizada aumenta de forma progresiva.
“Lo que ocurre es que a cada edad mejoramos en algunos aspectos y empeoramos en otros, por lo que no hay una edad óptima para el rendimiento intelectual”, señalan.
Una de las pruebas incluidas en el estudio estuvo relacionada con la inteligencia emocional y según los resultados (había que reconocer distintas emociones en la mirada de otras personas) la mejor etapa para interpretar las emociones ajenas llega, de media, entre los cuarenta y los sesenta años.
Igual que perdemos músculo o firmeza en la piel, el cerebro pierde masa y volumen, un 25% entre los 30 y los 80 años. Y también se degrada la mielina, una sustancia que recubre los cables de las neuronas, de tal manera que la transmisión de impulsos nerviosos se vuelve menos eficiente o disminuye la dopamina que controla desde los movimientos del cuerpo hasta la atención o el sueño.
Pero ningún órgano está más capacitado que el cerebro para adaptarse a los cambios, aprender nuevas tareas y generar ideas originales: “Las funciones cognitivas del cerebro son como los latidos del corazón, se mantienen hasta muerte”.