Un año después, misma advertencia: estamos incubando un Humberto Moreira en potencia

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Un año después, misma advertencia: estamos incubando un Humberto Moreira en potencia

El pasado 10 de diciembre Manolo Jiménez presentó su Primer Informe como Alcalde de Saltillo. En los próximos días concluye su año de mandato, luego hará la entrega-recepción consigo mismo, y posteriormente protestará para un trienio más en el cargo a partir del 1 de enero.

Pero antes cabe reflexionar qué ha sucedido en el periodo que acaba el 31 de diciembre.

La respuesta es muy simple, y consiste en lo mismo que reseñé aquí a propósito de sus 100 días de administración: actividades menores, cortas de miras, asistencialistas y que buscan lucimiento personal a costa del erario; propias de un Municipio con menos de 250 mil habitantes, no de una capital que linda el millón de personas y tiene un concepto de sí misma muy por encima de la realidad (“la mejor ciudad para vivir”).

En lugar de aterrizar las expectativas y actuar con mesura, ya no pidamos como estadista, Manolo se ha dedicado a alimentar esa fantasía con sistemáticos mensajes huecos y demagógicos que pretenden implantarse en la opinión pública: “Hoy Saltillo es una potencia nacional”. “Cumplimos y vienen más cosas buenas para Saltillo”. “Es un orgullo vivir en Saltillo”. “Tenemos un gran plan para Saltillo”. “Vamos a llevar a Saltillo al siguiente nivel”.

Y como a su disposición tendrá alrededor de 250 millones de pesos libres para publicidad en el periodo que concluye el 31 de diciembre de 2021, es previsible que la comunicación oficial se siga centrando en su persona.

Manolo reparte café y cobijas, se monta en la compactadora de asfalto y simula tapar un bache frente al aplauso forzado de vecinos y empleados municipales; entrega prótesis, becas, créditos, canjea chatarra por despensas, vende con descuento productos del hogar, baila. Organiza lo mismo un “Festival de Rodeo” que un “Festival del Atole” como si presidiese, más bien, una Sociedad de Alumnos universitaria.

Ahora bien, mientras en Torreón los ediles del PRI -apoyados por el Comité Directivo- han ejercido su derecho a criticar las acciones del Gobierno Municipal (PAN), en Saltillo los regidores de oposición han hecho mutis la mayor parte del tiempo pese a que un Ayuntamiento, por esencia, es un órgano colegiado.

Eso ha permitido una gestión sin contrapesos. Cito un ejemplo: mientras las principales vialidades de Saltillo se asfixian debido al tráfico vehicular, constituyendo un problema creciente, la prioridad ha sido infraestructura en tramos que, indirectamente, comunican y favorecen a cinco fraccionamientos construidos al norte de la ciudad por la inmobiliaria de su familia. ¿Casualidad, o causalidad?

Mencionaré tres obras en específico: “Primera etapa del Bulevar Los Pastores”, “Ampliación del Bulevar Los Rodríguez” y “Primera etapa del Bulevar Los Valdez”.

Por otro lado, es muy sencillo y hasta cierto punto de sentido común: si Saltillo es la tercera ciudad en el País con mayor calidad de vida en México, repito, calidad de vida, y si es quinto lugar en crecimiento económico y empleo como presumen, ¿por qué entonces ocurren casi 100 suicidios?, la máxima cifra para un año natural.

CORTITA Y AL PIE

En tanto el pasado 1 de julio el PRI desapareció de casi todos los territorios que gobernó por siempre, inclusive hasta en el simbólico Atlacomulco, en 2018 se afianzó en Saltillo y obtuvo la máxima cantidad de votos. Un fenómeno es digno de estudio.

Por ello, con esa legitimidad y en contubernio con Gobierno del Estado, la Presidencia Municipal proyecta realizar entre 2019 y 2020 dos obras absolutamente prescindibles y caras: la Torre Mirador, y un Teleférico (casi 300 millones de pesos gastarían entre ambas inicialmente). Justo es decirlo: ni embellecen, ni son funcionales, ni atraen turismo, ni cumplen con un propósito social y lo peor de todo: son popularmente rechazadas.

El caso es que somos parte de un plan electoral. El PRI-Gobierno tiene tomada la medida a la sociedad saltillense. Habría que recordar, sin embargo, que la historia es cíclica y los pueblos que no tienen memoria están condenados a repetirla. El ciclo anual que a punto está de terminar ha significado retroceder 15 años en el tiempo, a 2003, con Humberto Moreira como Alcalde. Ahí, donde inició la calamidad para Coahuila.

LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS

Si tiene oportunidad y busca elementos de prueba, consiga usted el cuadernillo de 32 páginas impreso a todo color que distribuyó el Ayuntamiento al público en general, o el documento de 197 cuartillas a las autoridades con motivo del Primer Informe de Manolo: es un Humberto Moreira en potencia. Con mucha menor astucia y carisma, aunque idéntica megalomanía.

No creo exagerar ni que sea muy temprano para advertirlo una vez más.

@luiscarlosplata