Trump y Rubio por el alma del Partido Republicano

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Trump y Rubio por el alma del Partido Republicano

Rubio no sólo es la esperanza del futuro de su partido, sino que representa el cambio demográfico que experimenta EU.

Chicago, Illinois.— Es francamente desesperanzador ver la consolidación de Donald Trump en las preferencias del Partido Republicano. Con tres victorias consecutivas, es el precandidato favorito para llevarse la mayoría de los 14 estados en que habrá elección primaria de ese partido el primero de marzo, conocido como Súper Martes.

El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, ex precandidato republicano, anunció su apoyo a Trump, convulsionando al aparato partidista establishment.

El surgimiento político de Trump ha sido alimentado por la clase media baja que ha visto un retroceso en su estilo de vida debido a las prácticas de los políticos de siempre. Ante la frustración social, muchos estadounidenses han sucumbido a los cantares populistas del millonario convertido en político.

Asimismo, el gran número de precandidatos que compiten por la nominación balcanizó las preferencias del electorado, dificultando el surgimiento de una opción clara que hiciera contrapeso a la creciente popularidad de Trump.

La única esperanza es el cubano-americano Marco Rubio, quien ocupa el segundo lugar en las preferencias electorales. Rubio es un político con grandes habilidades e ideas que representan el nuevo rostro de un Estados Unidos diverso y que ofrece en múltiples aspectos respuestas modernas a los problemas del país.

Irónicamente, parece que en la elección general contra los demócratas Rubio sería un adversario formidable con las mejores posibilidades de ganar. No obstante, los simpatizantes republicanos no parecen listos para el cambio generacional que encabeza Rubio y se inclinan por encumbrar en la candidatura a Trump quien, sigo pensando, muy probablemente perderá la elección general contra Hillary Clinton.

Personalmente, comparto el manejo conservador de las finanzas que favorecen los republicanos pero, al mismo tiempo, me inclino por garantizar los derechos civiles y políticos para todos bajo un Estado de Derecho que defienden los liberales. Es decir, tengo coincidencias y diferencias con ambos partidos.

Tanto demócratas como republicanos se supone que ofrecen una visión filosófica de la acción pública y de las responsabilidades del Estado. Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo con sus planteamientos, pero al menos se sabe a qué atenerse. Creen en algo.

El problema con Trump es que es un oportunista que no cree en nada más que la idolatría de su imagen personal y el dinero que cae en sus bolsillos. Es un individuo que se sabe no es conservador y que, incluso, ha financiado en el pasado decenas de campañas políticas demócratas. Los republicanos saben que no es uno de ellos, pero, curiosamente, eso es lo que parece atraer a miles que se sienten traicionados por los políticos tradicionales.

En el último debate republicano transmitido por CNN, Rubio atacó a Trump exitosamente, lo sacó de sus casillas y evidenció la falta de sustancia en su retórica hueca. Rubio no sólo es la esperanza del futuro de su partido sino que, en buena medida, representa el cambio demográfico que experimenta el país.

A pesar de no compartir varios de sus planteamientos, considero que sería sano que Rubio triunfara en su partido y nos diera una competencia formidable con Clinton en la elección general. Nada me gustaría más que ver a un latino talentoso llegar a la Casa Blanca.

Pero si las tendencias se consolidan en torno a Trump, realmente espero que todo el pueblo estadounidense, no sólo los republicanos, valoren los riesgos de elevar a la posición con más poder en el planeta a un hombre que francamente necesita mucho más consultar a un psiquiatra que ganar votos.

Los estadounidenses generalmente tienen buen tino al escoger a sus líderes, confío en que no pierdan la puntería en este 2016.

Comentarios: Arosaslandam@gmail.com