Trump y la industria automotriz
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Trump y la industria automotriz
En días pasados se prendieron las alarmas en México y en especial en la región Sureste de Coahuila, debido a una serie de mensajes que Donald Trump le hizo llegar a tres empresas automotrices: Ford, General Motors y Toyota, para impedir que éstas instalaran en México nuevas armadoras y que, en su lugar, optaran por los Estados Unidos, bajo la amenaza de que si no lo hacían, tendría que impulsar el incremento de aranceles para el sector automotriz.
Sin duda, la intención de Trump es detener la reubicación masiva de plantas ensambladoras de autos, que en los últimos años han dejado los Estados Unidos para instalarse en países como México y China. Esto implicaría una caída importante en las inversiones provenientes del extranjero para nuestro país. Hay quien tiene miedo que ello se traduzca en el cierre de armadoras automotrices, lo que podría ser un golpe devastador para algunas regiones, por ejemplo, el corredor industrial Saltillo-Ramos Arizpe.
A pesar de que la oposición frontal del Presidente del país más poderoso del mundo representa peligros tangibles para la industria de la región Sureste de Coahuila, no podemos caer en pánico y sobredimensionar el impacto. Por ejemplo, es poco factible que las armadoras ya instaladas en México se muevan a los Estados Unidos en el corto plazo. Cualquiera que tenga nociones básicas de dicha industria sabe que mudar la producción de un lugar a otro lleva años y, además, no se puede hacer en secrecía, ya que las inversiones serían tan grandes que se notarían.
Segundo, el incremento en los aranceles no son una decisión unilateral de Trump, en ella participa el Congreso, pero además implica renegociar no sólo los tratados internacionales con México, sino con decenas de países, lo cual podría llevar años. Además, hay que tomar en cuenta que la medida implicaría un incremento en el precio de casi todos los autos, lo cual se traduciría en una pérdida de la capacidad adquisitiva de los ciudadanos de los Estados Unidos e impactaría en muchos otros sectores de la economía.
Tercero, no es posible incrementar los aranceles para empresas en particular, por ejemplo, si una empresa decidiera no ceder ante las amenazas, lo más probable es que Trump no podría castigarla, porque ello implicaría dañar a las demás.
Cuarto, debido a que este tipo de inversiones se planifican por años, las empresas que ya incurrieron en gastos importantes, no pueden echarse para atrás. Ford pudo hacerlo porque su planta apenas era un proyecto, en donde prácticamente no habían invertido nada, pero para las que ya empezaron a construir lo más sensato es continuar con sus planes. Además, se debe considerar que la instalación de cada nueva armadora trae consigo la construcción de decenas de empresas proveedoras, de tal forma que en el corto plazo podemos esperar que el sector automotriz en nuestro país siga en crecimiento, aunque no se puede desestimar que el mediano plazo haya una desaceleración en el mismo atribuible a Trump.
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@victorsanval