Trump y el tabloide de los supermercados

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Trump y el tabloide de los supermercados

De compras en Laredo, terminamos en un Walmart

En la larga fila, vemos revistas en el mostrador.  Leemos la portada de un tabloide de chismes y escándalos, uno de los pocos diarios en avalar la Presidencia de Trump: el National Enquirer.

Para el tabloide, el mensaje ha sido enviado, no importa si compramos la publicación. La principal forma de  distribución del National Enquirer es en los supermercados.

Fundado en 1926 ha cambiado de manos la propiedad del tabloide. Forma parte del conglomerado American Media, los mismos que en 2001 recibieron en sus antiguas oficinas de Miami, una carta contaminada con carbunco.

La circulación de National Enquirer es hoy de un millón de lectores semanales.

No es secreto que el diario paga al público por tips y fotografías de noticias escandalosas. Una práctica que otros medios cuestionan.

Pero hay otra que la llaman ‘catch and kill’. La práctica consiste en pagar derechos de exclusividad por una noticia, hacer que la fuentes firmen un contrato de confidencialidad y archivarlas para que nunca sean publicadas.

Esto permite al Enquirer adquirir poder, manipular y controlar la información. Proteger a políticos y celebridades.

La compra de información es un magneto que atrae gente con noticias escandalosas.

Cuando la exmodelo de playboy Karen McDougal, leyó en redes sociales el secreto que pensaba guardar sobre sus relaciones extramaritales con Trump, presintió que se haría público y gratis. Pensó sería mejor recibir dinero por la exclusiva.

Entonces contrató un abogado, se acercó a la revista National Enquirer en Nueva York a unos meses de las elecciones presidenciales. Ofreció la exclusiva a National Enquirer. Su dueño David Pecker, amigo del entonces candidato presidencial Trump, informó a la campaña presidencial del peligro.

Lo mismo pasó con la actriz porno Stephanie Clifford.

Se decidió pagar los derechos de las noticias por 150 mil dólares para  McDougal, y 130 mil dólares para Clifford.

Después, de forma independiente decidieron las dos mujeres invalidar el contrato de confidencialidad. Clifford aludió que Trump nunca firmó el contrato.

Lo que llamó el interés del FBI, es que fue realizado con los fines de manipular la campaña presidencial y el  posible uso ilegal de fondos de campaña.

Desde la semana pasada, David Pecker es testigo del caso a cambio de inmunidad.

Continuamos el miércoles con el abogado Michael Cohen.