‘Tres visiones. Una historia’
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‘Tres visiones. Una historia’
“Eliminando gradualmente lo que se demostraba como superfluo, encontramos que el teatro puede existir sin maquillaje, sin vestuarios especiales, sin escenografía, sin un espacio separado para la representación (escenario), sin iluminación, sin efectos de sonido, etc.”
Las líneas anteriores pertenecen a Jerzy Grotowsky, el director de teatro y teórico polaco, autor de un libro publicado en México bajo el título de “Hacia un Teatro Pobre”, que hace varias décadas fue determinante en la concepción del drama en el mundo occidental.
Pero ¿por qué traer a cuento y citar textualmente a Grotowsky en este momento? Por una razón: la puesta en escena “Tres Visiones, Una Historia”, del Grupo de Teatro La Contingencia, se presenta como un montaje hecho “bajo el concepto de Teatro Pobre”, lo que brinda la oportunidad de comentar algunos supuestos.
“Tres Visiones, Una Historia” reúne adaptaciones de distintos autores/actores a partir de un cuento del escritor italiano Luigi Malerba (1927-2008). Esta aventura inició el año anterior a partir de una iniciativa del promotor cultural Cirilio Recio, que impartió un taller de dramaturgia cuyo objetivo era llevar al escenario adaptaciones hechas por los integrantes.
El resultado del trabajo de aquel taller es esta puesta en escena, conformada por tres versiones dramáticas del cuento de Malerba escritas por Claudia Martín del Campo, Cirilo Recio y Mauricio Freyssinier.
Un personaje fue añadido al montaje, el del “Narrador”, que presenta las tres versiones hilvanando parlamentos reflexivos en torno del amor y sus devaneos. El “Narrador” es representado por Laura Niebla, cuyo vestuario parece el de una Ofelia: su presencia y su voz son hermosas y dúctiles, pero los textos escritos para su personaje –y su personaje mismo- resultan un tanto almibarados.
“A mediados del 2017 el Grupo de Teatro La Contingencia desarrolló el concepto de “Teatro Total” como una alternativa de creación escénica global…”: esto se nos informa en el programa de mano distribuido entre el público la noche de la función.
La idea de “teatro total” o “arte total” se remonta a Richard Wagner. Este compositor de óperas atronadoras pensó que su obra constituía la síntesis de las artes. ¿Fue su admirador Nietzsche quien incubó en él esta idea o fue su propia egolatría? No importa saberlo: aún pensamos en una forma del arte que sea la suma de todas las artes. El llamado teatro posdramático es un gran ejemplo de ello.
Estas parecen algunas de las contradicciones que se evidencian en “Tres Visiones, una Historia”.
El montaje nada tiene que ver con la noción de “teatro pobre” concebida por Grotowski; tampoco podríamos llamar “teatro total” a este buen ejercicio de experimentación dramática.
Un escenario “a la italiana” sería el espacio menos indicado para montar un espectáculo grotowskianamente “pobre”. ¿Por qué? Porque, por principio de cuentas, el director polaco prescinde de un teatro y un escenario que el tiempo ha convertido en convencionales, así como de todo lo que no tenga que ver directamente con el trabajo intrínseco del propio actor.
Esta idea, que hoy llamaríamos minimalista, se opone a la del “teatro total”. Peter Brook habla de un “espacio vacío”; Grotowski, de un actor-celebrante, un actor que no cuenta sino consigo mismo y sus emociones para efectuar su ritual ante -o entre- el público. ¿”Teatro total”? No lo creo. En su libro Grotowski llama a esto “teatro sintético” y habla, más bien, de “restar” todo aquello que resulte superfluo para el ejercicio del drama.
Dice además: “[El teatro pobre] Desafía la noción de teatro como una síntesis de disciplinas creativas diversas: literatura, escultura, pintura, arquitectura, iluminación, actuación (bajo la dirección de un metteur en scéne). Este "teatro sintético" es el teatro contemporáneo que de inmediato intitulamos el ”teatro rico": rico en defectos.”
Debiera hablar también del trabajo de adaptación que los autores llevaron a cabo, de la dirección escénica, del desempeño actoral y de la interesante experiencia de montar tres versiones distintas del mismo cuento, pero el espacio no da para más.
Al margen de cualquier reparo, este montaje nos demuestra que en Saltillo hay una actividad teatral en plena efervescencia. “Tres Visiones, Una Historia” es una de las más osadas aventuras dramáticas que se han visto en la ciudad. Sólo eso bastaría para asistir a una de sus representaciones.