Tres signos de la temporada navideña
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Tres signos de la temporada navideña
Primer signo: Es la temporada de posadas, que se convierten en sinónimo de fiestas que giran alrededor del alcohol. No digo que esté mal consumir algo de alcohol, que es bueno para alegrar el espíritu. Son los excesos, los que convierten lo que debería ser un motivo de alegría en tragedias.
Muchas personas dicen “felices fiestas”, lo que resulta políticamente correcto, pero omite el sentido de lo que realmente se festeja. Son pocos los que aún dicen “Feliz Navidad.” Después de tanta posada son pocas las energías que se conservan para cuando llega la Navidad.
Signo de estas “felices fiestas” son los “borrachazos” o choques ocasionados por consumo de alcohol abundan.
VANGUARDIA dio cuenta de los hechos: “Joven ebrio vuelca en el centro de Saltillo”, “Hombre fallece en accidente vial en Saltillo, el conductor dormitó mientras conducía ebrio”. “Tras persecución, ebrio termina prensado en Saltillo…”
Se queda dormido y provoca accidente; uno pierde la vida… y la lista continúa… “A pesar de todos los operativos, los programas para alentar a las personas a no conducir en estado de ebriedad, aún se mantiene el pensamiento de que a uno no le va a pasar, y esta es la prueba fehaciente de que un descuido, una mente inconsciente, es lo que ocasiona este tipo de tragedias que marcan la ciudad para siempre”.
Segundo signo típico de que ya es temporada navideña: aumentan los robos y crímenes. Mi tesis es que esto se debe a que es una temporada de muchos gastos. La causa es que los trabajadores ganan poco, los sueldos no suben en la misma proporción que los gastos y por ello hay quien recurre al crimen. Pruebas que apoyan a este signo: “Se desata ola de robos en Saltillo.” “Matan a hombre durante un asalto en Ramos Arizpe”. Venden cuetes por redes sociales para evadir prohibición”. “Ladrones se llevaron 3 mil pesos de Centro Médico de Saltillo”.
Mi hipótesis es que, como no reciben aguinaldo lo obtienen a “la brava”. No todos recibirán aguinaldo: el lavacoches, el bolero, el vendedor ambulante. Cualquier trabajo es digno y útil, por más humilde que parezca. Desgraciadamente hay empleos muy mal pagados.
Me impresiona ver cómo sobreviven algunas personas con empleos muy tradicionales, y al verlos siente uno que viaja al pasado. He visto por las calles de Saltillo personas en bicicletas que empujan un carrito con periódico viejo y cartón que recolectan de la basura. Otros con una carretilla llena de dulces y otras botanas para vender. Incluso todavía es posible ver carretas estiradas por un burro. Señoras fuera de lugares concurridos vendiendo artesanías o con canastas de semillitas, cigarros, dulces. Otros tienen carritos de helados, o para vender comida. Estas personas sobreviven al día.
Tercer signo de la temporada: el nivel de consumismo alcanza sus niveles máximos en el año. Las tiendas se ven saturadas, abundan las compras por impulso. El materialismo alcanza su clímax. El tráfico en calles como las del Centro, y en avenidas principales, está saturado y es lentísimo.
“Regalos para niñas, lo que más se vende en Saltillo...”. Coinciden padres de familia que este año los juguetes para los peques son más caros que la Navidad pasada, “comercios hacen su agosto”.
En esta época del año el bombardeo de mensajes publicitarios hace un lavado de cerebro diciéndote “tienes que gastar”. Desde septiembre se empieza a oír música navideña en las tiendas y empiezan a vender artículos y regalos navideños.
Ojalá podamos tener una feliz Navidad, lo importante no es lo que cenemos, tomemos o compremos, sino que estemos alegres y preparados para que Jesús nazca en nuestros corazones.