Tres ONG suspenden rescates de migrantes en el Mediterráneo ante amenazas y hostilidades de Libia
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Tres ONG suspenden rescates de migrantes en el Mediterráneo ante amenazas y hostilidades de Libia
La creciente hostilidad de los Gobiernos italiano y libio respecto a las operaciones de rescate de migrantes efectuadas por las ONG humanitarias ha llevado a tres de estas entidades a suspender sus labores en el mar Mediterráneo. Horas después de que Médicos sin Fronteras (MSF) anunciara públicamente el parón temporal de las actividades de salvamento de su buque Prudence, la ONG alemana Sea Eye tomó la misma decisión ante el riesgo de ser atacada por los guardacostas libios. Este domingo por la tarde se sumó al grupo Save The Children. El abandono de tres de las nueve ONG que desempeñan labores de rescate frente a las costas libias llega tres días después de que Libia ampliara de forma unilateral sus aguas terriroriales y lanzara una velada amenaza a las entidades humanitarias que operen en la zona sin su permiso.
“Hoy [este domingo] hemos decidido con pesar en el corazón suspender temporalmente nuestras misiones de rescate en el Mediterráneo”, ha declarado a través de un comunicado en las redes sociales el fundador de Sea Eye, Michael Buschheuer. “En las circunstancias actuales, la continuación de nuestro trabajo no es posible. Sería una irresponsabilidad hacia nuestra tripulación”, apostilló, lamentando dejar tras de sí “un vacío mortal”. Además de declaraciones, la escalada de las amenazas contra las ONG incluyó la semana pasada el uso de dos ráfagas de disparos al aire por parte de una patrulla de guardacostas libios en su encuentro con una embarcación de la entidad catalana Proactiva Open Arms.
Save The Children informó este domingo de su decisión de suspender temporalmente las operaciones de rescate que venía desarrollando en el mar Mediterráneo como respuesta a la decisión de la Armada libia "de ejercer acciones de control en aguas internacionales". La embarcación de esta organización, Vos Hestia, "se mantiene en espera y preparada para responder, una vez que se vuelva a garantizar la seguridad de sus operaciones", señala el comunicado remitido a los medios.
Por su parte, MSF denunció las funestas consecuencias de la nueva política anunciada por el Gobierno libio liderado por Fayez Serraj y patrocinado por la ONU. “Si los barcos humanitarios son empujados fuera del Mediterráneo, habrá menos embarcaciones para salvar a la gente de ahogarse. Aquellos que no naufraguen, serán interceptados y llevados de vuelta a Libia, un lugar sin ley, de detenciones arbitrarias y una violencia extrema”, ha criticado Annemaria Loof, directora de operaciones de esta histórica organización benéfica. Según los informes de la ONU, las violaciones de derechos humanos en los centros de detención en Libia son muy graves y sistemáticas.
En cambio, el Gobierno italiano se ha felicitado de la nueva situación creada por la reclamación de las autoridades libias de su plena soberanía en una franja de mar mucho a la actual, limitada a una área que discurre paralela a la línea de su costa a partir de las 12 millas. “El Gobierno libio de Fayez Serraj ha pedido ayuda a Italia, y está dispuesto a poner en macha una zona de búsqueda y rescate en sus aguas, a colaborar con Europa y a invertir en sus guardacostas: todo esto es un signo de reequilibrio en el Mediterráneo”, ha afirmado el Angelino Alfano, ministro de Exteriores italiano, en una entrevista publicada el domingo por el rotativo La Stampa.
Sin embargo, las ONG disputan la capacidad real del Gobierno de Libia, un país sumido en el desgobierno y múltiples centros de poder, de monitorear una zona tan amplia y hacerse cargo de las labores de rescate. Hasta ahora, esta labor recaía en el Gobierno italiano. “Los libios no tienen medios para hacerlo. Es imposible”, asegura en una conversación telefónica Laura Lanuzo, portavoz de Proactiva Open Arms. Según la OIM, la agencia de la ONU para las migraciones, en lo que va de año, han muerto unas 2.400 personas tratando de cruzar el Mediterráneo, mientras otras 117.000 han sido trasladadas a las costas europeas gracias a operaciones de rescate en altamar, un 40% realizadas por las ONG.
Las asociaciones humanitarias están convencidas de que existe un plan por parte de los Gobiernos europeos para expulsarlas del Mediterráneo, dispuestos reducir la llegada de migrantes a cualquier precio. Italia, principal receptor de migrantes e instalado en una tensa precampaña electoral, aprobó el mes pasado un nuevo código de conducta al que se deben someter las ONG y que introduce nuevos controles y limitaciones. Sin embargo, siete de las nueve organizaciones que operan en el Mediterráneo no dan todavía su brazo a torcer. “Vamos a continuar trabajando hasta ahora porque no hemos recibido ninguna notificación oficial de los guardacostas italianos de que nada haya cambiado”, comenta Lanuzo. Proactiva Open Arms es una de las tres ONGs que ha aceptado las nuevas reglas establecidas por Roma.
'Les estorbamos porque somos testigos de una realidad incómoda'
La única ONG española que rescata inmigrantes en el Mediterráneo central denuncia el acoso que sufre
La crisis de la inmigración en el Mediterráneo central no cesa, las autoridades italianas están desbordadas y sus socios europeos miran a otro lado. En estas condiciones, nada más fácil que buscar un chivo expiatorio. El eslabón más débil. La media docena de ONG que colaboran en las misiones de rescate y a las que, cada vez más abiertamente, se acusa de connivencia con los traficantes de personas.
Proactiva Open Arms (Brazos Abiertos), la única organización española que actúa en la zona, ha firmado el polémico código de conducta impuesto por el Gobierno italiano, que regula la presencia a bordo de policías armados, por lo que Médicos Sin Fronteras se ha negado a suscribirlo. Pero eso no parece haber sido suficiente.
Durante el pasado fin de semana, los dos barcos de la ONG española, el Golfo Azurro y el Open Arms, recibieron mensajes del buque de la organización ultraderechista Defend Europe, que patrulla por la zona intentando obstaculizar las tareas de salvamento. “Eran mensajes amenazantes, pero no nos intimidaron”, asegura Guillermo Cañardo, jefe de la misión de la ONG. El buque de Defend Europe ha sido denunciado por emplear el canal de radio reservado a las emergencias marítimas para lanzar sus amenazas.
Pero lo que el martes por la mañana recibió el Open Arms desde una patrullera de la Guardia Costera libia fueron algo más que palabras: dos ráfagas de balas de armas automáticas que silbaron sobre el puente. “No es el primer incidente con ellos, pero sí el más grave. Nosotros no llevamos armas, solo chalecos salvavidas. Se nos acercó a unos 300 metros y disparó sobre nuestras cabezas”, explica Laura Lanuza, portavoz de la ONG y uno de los 19 tripulantes que iban a bordo.
Según la Guardia Costera libia, el Open Arms violó sus aguas territoriales. La organización española lo niega tajante: estaban a 13 millas de la costa, según consta en su cuaderno de bitácora. “No vuelvan a nuestras aguas, la próxima vez serán ustedes el blanco, les dispararemos, no habrá más avisos”, les espetó el comandante de la patrullera, tras imputarles “contactos sospechosos” con los traficantes. La misma acusación que airea la ONG ultra.
“Lo inquietante es que una Guardia Costera pagada, instruida y equipada por Europa, dispare a un barco español en aguas internacionales”, reflexiona Cañardo.
El último periplo de unas jornadas caóticas se inició el domingo, cuando el Golfo Azurro recogió a tres inmigrantes libios a unas 100 millas de la costa. La misión le fue encomendada por el centro de rescate italiano, pero cuando el buque se dirigió a Lampedusa para desembarcar a los inmigrantes se le indicó que el rescate se había producido en la zona bajo responsabilidad de Malta, por lo que debía llevarlos a La Valeta. Malta se negó a acogerlos y durante 72 horas el Golfo Azurro deambuló por alta mar hasta que ayer por la tarde se le autorizó a atracar en Pozallo (Sicilia). Si en vez de tres inmigrantes hubieran sido 126, como los que rescató el pasado fin de semana, la situación a bordo habría resultado dramática.
Cañardo cree “ridículo” afirmar que la presencia de las ONG provoca un efecto llamada. “La crisis empezó antes de que llegáramos, aunque entonces no se supiera cuántos se ahogaban. Además, el peso del rescate lo llevan la Guardia Costera italiana y las marinas europeas, nosotros solo les apoyamos, siempre en coordinación con ellos”.
En lo que va de año, 115.000 inmigrantes han cruzado el Mediterráneo (el 85% de ellos a Italia) y unos 2.400 han perdido la vida en el intento, según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).
“No se están obteniendo los resultados esperados y no se lograrán hasta que no se actúe en territorio libio, donde están las mafias. Molestamos porque somos testigos de una realidad incómoda”, concluye Cañardo.