Tres datos para comentar del 2018 al 2020

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Tres datos para comentar del 2018 al 2020

Esta semana ha traído noticias importantes, desde la aplicación de la primera vacuna contra el coronavirus en Inglaterra hasta datos económicos nacionales que se muestran como la panacea de la transformación que ha realizado la 4T. Aunque el país ya muestra signos de una mejoría en la economía, hay mucho camino por recorrer para poder argumentar que la recuperación total está en proceso. No hay que confundir la propaganda política, que se encuentra en pleno apogeo, con la realidad económica. Por ello, hay que analizar los tres datos que están en la palestra nacional hoy en día y que argumentan una “mejoría notable” con respecto al inicio del periodo presidencial actual.

El primero de ellos es el tipo de cambio, que mientras ha estado por arriba de los 22 pesos, no se ha dicho nada, pero ahora que ha alcanzado un nivel por debajo de los 20 pesos, se hace mucho ruido al respecto argumentando que el país está muy bien. Un tipo de cambio como el actual no obedece a una fortaleza de la economía nacional, nada más alejado de la realidad que eso, obedece en este momento a la debilidad del dólar como moneda de reserva internacional. China y Rusia están dejando de utilizar el dólar en sus operaciones petroleras y ahora usan el yuan, la moneda china. Así el dólar pierde presencia a un nivel importante en dos frentes, por un lado, ya no sabrá Estados Unidos a cuánto asciende el comercio petrolero de esas potencias mundiales, y por el otro, ya hay sustitutos del dólar que empiezan a relegarlo de los mercados mundiales. Es por eso que, de manera indirecta, México obtiene un tipo de cambio más barato. Otro factor que ha ayudado a este hecho es que las remesas internacionales han alcanzado niveles históricos por una simple razón; la administración de Donald Trump puso 800 dólares a la semana en los hogares de Estados Unidos, en efectivo literalmente, lo que se tradujo en una gran cantidad de transferencias de ese dinero a los hogares mexicanos. También el hecho de que muchos residentes norteamericanos de ascendencia mexicana, se han venido a pasar la pandemia en México, con dólares para gastar, mejor negocio no se puede. Todo lo anterior no es derivado de una mejoría en la economía, sino de apoyos en otras partes que llegan aquí por coincidencias. El dólar de 2018 costaba 18.60 pesos, ahora está en 19.40, todavía falta para llegar a donde estaba.

Otro punto importante que se está presumiendo, es el aumento del salario mínimo. Este pasó de 88.36 pesos en 2018 a 123.22 pesos diarios este 2020. No hay duda de la magnitud del aumento, pero los efectos son sumamente limitados. Menos del 25% de la población gana un salario mínimo o menos. Es más una referencia que un índice de pago y por lo tanto, no se ha reflejado en el mercado interno a través del consumo, que sigue en niveles positivos muy cercanos al 2% en el dato de septiembre, nada que alardear. Tampoco se ha traducido en un mayor crecimiento de la economía, que sería lo correcto y normal. Los aumentos salariales son tan pequeños que apenas y compensan la inflación, no hay ganancias salariales por productividad, por volúmenes o por orientación a la exportación como se hace en otros países. En México, el salario se está rezagando en este periodo de pandemia por abajo del 20% como lo argumentan los expertos. La sensación para muchos es que el salario ha caído hasta un 30%. Este aumento al mínimo ha impedido que el desempleo se mantenga bajo en esta época de coronavirus, y ha impulsado la informalidad, sector que gana el salario mínimo principalmente. Al aumentar el salario mínimo, no se puede contratar a nadie por debajo de ese sueldo, nadie nominalmente lo aceptaría, y por ello, muchas personas se quedan sin trabajar. A pesar de esto, el argumento es que, si no se les asegura un ingreso mínimo a las personas, no tendrían dinero suficiente para comprar la comida necesaria del día. Como puede verse, tampoco aplica porque ese salario mínimo no es suficiente para una persona para hacer frente a las necesidades más básicas de alimentación y techo. Otra vez, un aumento nominal que se vuelve una falacia en la realidad.

Finalmente, el precio de la gasolina que la 4T argumenta que ha bajado en beneficio de la población. Como se sabe, ya la gasolina no tiene subsidio en este momento, y se acordó que para el 2021, habría una “cuota complementaria” que se aplicaría sólo cuando la gasolina baje de precio para evitar que los ingresos fiscales de la federación caigan. En pocas palabras, ya la gasolina no bajará, aunque el modelo del cálculo de precios dijera que por ejemplo, el precio debería ser 16 pesos. Simplemente, no se ofrecería a ese precio porque el gobierno impondría un impuesto compensatorio para no dejar de ganar lo que ya se tenía planeado.

A pesar de lo anterior, hace algunas semanas, el gobierno federal anunció que en los estados fronterizos, el precio se homologaría con el de los Estados Unidos con el fin de mejorar la competitividad. Esto tendría ventajas inmediatas para transportistas y para el público en general ya que el combustible representaría una menor proporción de los ingresos. Si se toma como referencia el precio de la gasolina magna en 2018 en diciembre, de 20.80 pesos, y se compara con el de hoy, se podrá ver que hay exactamente dos pesos menos de diferencia, a favor del consumidor. A pesar de este hecho, la logística en México sigue siendo cara, el crecimiento económico sigue detenido y toda presunción de mejora ha quedado en buena intención.

Los resultados mostrados no son malos, al contrario, en algo contribuyen a la mejora de la situación económica ocasionada por la contingencia sanitaria. El problema es que de manera integrada, México sigue atrapado en un crecimiento mediocre que será cercano al -9% del Producto Interno Bruto. En conclusión, subió el salario mínimo, pero el consumo no repunta; mejoró el tipo de cambio del peso frente al dólar, pero el comercio internacional está caído por la pandemia; la gasolina bajo de precio, pero muchos mexicanos vendieron su carro para poder subsistir después de que más de un millón de empresas cerraron definitivamente sus puertas por la falta de apoyos gubernamentales. Nada más irónico para presumir. Tristemente esta vez, nadie tiene otros datos.

Profesor de tiempo completo

Facultad de Economía, UAdeC