Transparencia y deporte
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Transparencia y deporte
El discurso oficial en Coahuila ha sido el de la transparencia. Tanto se ha repetido que algunos incluso lo creen.
La Ley local está confeccionada para cumplir con lo que miden los organismos que están en eso. Así se legisló ignorando la brecha entre el mundo de las reglas y la realidad coahuilense.
Por eso, en el cumplimiento de la norma, quien tenga humor para indagar, encontrará simulación.
En el día a día, la administración coahuilense está de cabeza. Nadie puede saber qué tan extendido está el mal. Los cientos de miles de pesos de propaganda y los comentaristas a modo, hacen lo suyo; resulta difícil distinguir ficción de realidad.
Pero como el problema existe, lo encontramos hasta donde menos se espera. Por difícil que pueda parecer, por ejemplo, en el marco de las próximas Olimpiadas en Río.
La mirada en el Instituto del Deporte: Becas que se dan a quienes no la merecen, grilla sobre trabajo, familias adueñándose de organizaciones públicas a manera de mafia… Larga es la lista. ¿Algún ejemplo concreto?
Hace un par de años, el Instituto del Deporte en Coahuila pagó a un proveedor estadounidense unos 26 mil dólares en material deportivo. ¿El detalle? En la factura que ampara esta compra, la 11000563 de Lancaster Archery Supply, hay tales irregularidades que, al menos, motiva la sospecha de que alguien sacó provecho de su empleo público pagando lo que nunca se adquirió, alterando el inventario de lo que se supone es el material comprado con dinero público.
¿No habría, dentro del Instituto del Deporte, alguien que pudiese notarlo? Imaginemos que, dentro del propio organismo, quien recibe el material y da todo por bueno, es familiar de quien hace la solicitud de compra. ¿Qué sucede ahí? Negocio redondo.
Lo aquí relatado, sin detalle por espacio, sucedió y fue señalado por un ciudadano que sintió estaba en sus responsabilidades hacerlo. ¿El premio? Al ciudadano lo han traído vuelta y vuelta, para que se canse; al funcionario señalado se le premió, a media investigación, subiéndole la categoría y ahora despacha como Director del Deporte en Coahuila. Bravo.
La cantidad de una factura puede no sorprender, pero da idea de cómo se hacen las cosas. Y más allá: indirectamente significó que un joven no pudiera desarrollarse en la disciplina del arco en Coahuila; debió migrar a Nuevo León.
Lo que observan algunos enterados de lo que sucede en el Instituto del Deporte se traduce en nepotismo, redes de complicidades, cotos de poder. En primera instancia ellos aprueban todos los movimientos y, cuando hay denuncias, son ellos mismos los que se investigan. Y, según ellos, todo está perfecto. ¿Y dónde está el Secretario de Fiscalización? Dándole la razón a los señalados, ignorando al ciudadano.
Nada de esto es nuevo.
Para no ir tan atrás en el tiempo, solo recuérdese que hace seis o siete años, la noticia era la documentación de malos manejos del entonces Director: confabulación con proveedores para vender caro y pedirles facturas en blanco, dinero que nunca entró, firma de documentos de entrega de material que no existía. Todo descubierto y documentado y la mano firme nunca se vio (VANGUARDIA, julio 11, 2008).
La institucionalización de la indiferencia. Entre sexenios, misma actitud y mismo problema: pero estos, insisten en baños de pureza y transparencia.
Y mientras tanto, el talento coahuilense florece en otros Estados.
Bien por Nuevo León donde, al menos, el ambiente es propicio para el desarrollo… En Coahuila solo la complicidad importa.
@victorspena
www.victorspena.net