#TransamosYNoAvanzamos

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#TransamosYNoAvanzamos

El pasado 9 de Noviembre, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) presentó un documento que, por un lado, confirma que México es sumamente corrupto y, por el otro, describe de manera minuciosa el cinismo que sostiene este fenómeno delictivo.

Con “La Corrupción en México: Transamos y No Avanzamos”, Rodrigo Canales, Juan Pardinas y María Amparo Casar, presentan un documento escalofriante sobre la corrupción y el poderío de este lamentable, y por momentos generador de sentimientos de impotencia, delito.

La corrupción es un delito y, por tanto, es un fenómeno íntimamente ligado a nuestro sistema de procuración y administración de justicia penal. Este primer planteamiento ya no sorprende. Cada año se cometen en México 33 millones de delitos, el 95 por ciento de los cuales ni siquiera se denuncia, porque más del 90 por ciento de los mexicanos descree de las instituciones, pues asume que todo el sistema es corrupto. Así de fácil, así de sencillo.

Por ello, el 99 por ciento de los delitos en México quedan impunes, uno de ellos es la corrupción. En Singapur, por citar un ejemplo a seguir, el 80 por ciento de los casos de corrupción acaban en un sentencia condenatoria; en México, solo el 1.5 por ciento. De ahí las palabras de Juan Pardinas, director General del IMCO: “La corrupción no es un mal privativo de México, la impunidad sí”.

Entre 175 países, México se ubica en el número 103 en el Índice de Percepción de la Corrupción. Nuestros compañeros de grupo no son la mejor compañía. En América Latina, los mexicanos terminamos siendo los más desencantados con la democracia. Esta pandemia asesta un golpe mortal a nuestra economía, al empleo, a los empresarios pequeños y medianos, los que más empleo generan en nuestro País.  

Las pérdidas económicas que derivan de esta situación son enormes. Se estima que en 2014 se perdieron 890 mil 548 millones de pesos de los 17 billones 810 mil 957 millones que conforma el Producto Interno Bruto. ¿A qué equivalen estas cifras? María Amaro Casar dice que a cinco reformas fiscales de 1% (178 mil 109 millones), 87 veces el presupuesto de la UNAM, 7.7 veces el presupuesto de Sedesol, tres veces el presupuesto de la SEP.

La corrupción cuesta a México 62 mil 400 millones de dólares, equivalentes aproximadamente al 5 por ciento del PIB.

Los hogares mexicanos destinan, en promedio, el 14 por ciento de su ingreso a los sobornos. Naturalmente esto produce la caída libre de múltiples variables. Sólo destaco una: de 2008 a 2014 México descendió 31 lugares en el ranking de Transparencia Internacional que enumera los países de menos o más corruptos.

Para agravar más aún este lastre, la corrupción afecta más a los que menos tienen. Los hogares de salario mínimo se ven obligados a destinar el 33 por ciento de su ingreso a sobornos. A mayor corrupción mayor violencia, menor nivel educativo, menores servicios de salud.

Todos los años se registran en México más de 200 millones de pequeños actos de corrupción. Los mexicanos entregamos 32 mil millones de pesos en mordidas. Este es México, donde el 63 por ciento de los mexicanos piensa que la corrupción es parte de nuestra cultura. Todo ello porque la infraestructura institucional y legal no sirve. No sirve porque el sistema político corrupto está más vivo que nunca. No sirve porque las élites en el poder, antes PRI, hoy la Partidocracia, se benefician de ella.

La buena noticia es que el IMCO ofrece múltiples soluciones. Todas ellas en su página de internet. Las recomiendo ampliamente.

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