Tragedia en el Metro: ¿otro caso de corrupción?

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Tragedia en el Metro: ¿otro caso de corrupción?

El presidente Andrés Manuel López Obrador repite de forma incesante que el mayor problema del país es la corrupción y que todos los males padecidos actualmente por los mexicanos -y que su gobierno ha sido incapaz de resolver- derivan de ese vició del “pasado neoliberal”.

Nadie -a menos que se beneficie de ello- está en desacuerdo con el diagnóstico presidencial. Los mexicanos, todos, atestiguamos cotidianamente la existencia de una corrupción endémica en prácticamente cualquier espacio público y en no pocos privados.

Sin embargo, en el discurso del Presidente existe una rotunda separación entre lo que históricamente han hecho sus adversarios políticos desde el poder y lo realizado por él y quienes constituyen su grupo más cercano. Es eso, asegura con frecuencia, “son diferentes”.

Lo ocurrido la noche del pasado lunes, cuando colapsó la estructura de la línea 12 del Metro de la Ciudad de México provocando la muerte de 25 personas, pone en entredicho todo el discurso presidencial conforme se van recuperando los datos -muchos de ellos publicados prácticamente desde el inicio de operaciones de la línea 12, en 2012- relativos a la posible existencia de aspectos oscuros en su construcción.

A diferencia de cualquier otro episodio ocurrido en otra región del país, en este caso el Presidente y su equipo no pueden culpar al “pasado neoliberal” de haberles heredado otro “fruto podrido” porque en la Ciudad de México nadie más ha gobernado desde que, en 1997, se permitió a los capitalinos elegir sus autoridades mediante voto universal.

Cuauhtémoc Cárdenas fue el primer Jefe de Gobierno electo por un período de tres años y a él le siguieron el propio López Obrador, Marcelo Ebrard (actual secretario de Relaciones Exteriores), Miguel Ángel Mancera y Claudia Sheinbaum.

Y fue justamente durante el gobierno de Marcelo Ebrard que la línea siniestrada fue construida y entró en operaciones. Desde entonces -octubre de 2012- en torno a la obra han existido señalamientos relativos a presuntas irregularidades en su construcción, entre ellas un sobre costo del 50 por ciento sobre el presupuesto originalmente calculado.

Además, en las últimas horas diversos testimonios han puesto sobre la mesa la posibilidad de que las actuales autoridades capitalinas hayan actuado con negligencia frente a los señalamientos que vecinos habrían hecho respecto de la seguridad de la estructura.

Los señalamientos han apuntado siempre hacia la misma dirección: presuntos actos de corrupción y omisiones que, acumulados, habrían derivado en la tragedia de esta semana, una tragedia que no puede achacarse a los enemigos políticos del Presidente.

No es gratuito por ello, que una amplia porción de la opinión pública señale a la autodenominada “cuarta transformación” y exija que sus más conspicuos miembros demuestren congruencia con su discurso y paguen el costo político de este suceso.