Torreón 2/2
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Torreón 2/2
A la par de asistir al “Primer Congreso Internacional de Gobierno Abierto y Rendición de Cuentas”, organizado por la UAdeC, a través de la Facultad de Jurisprudencia bajo la dirección de Luis Efrén Ríos, fui a Torreón a visitar al magistrado y maestro Germán Froto y Madariaga, quien ha tenido una recaída en su salud la cual, esperemos, pronto sea superada. En compañía del magistrado Francisco Gómez lo fuimos a ver un par de ocasiones. Don Germán nos jugó bromas ácidas, como siempre. Al gran maestro no se le quita ni el buen humor ni la inteligencia. Lo único que la han quitado los matasanos es su pitillo eterno en mano.
En uno de esos pocos tiempos muertos de la agenda de trabajo, le pedí me recibiera en su oficina al magistrado Francisco Gómez y Gómez, para gorrearle un café el cual en su Sala lo preparan amargo y negro, como debe de ser.
Asintió con buena gana. Le caí un día en la madrugada y el magistrado ya tenía un manjar de dioses: un platón con gorditas de harina de ese lugar lagunero tan tradicional, que figura en los principales recorridos gastronómicos de Torreón, las gorditas de “La Pestaña”. Caray, ese sazón es único. Me ataqué todas las que pude de frijoles, chicharrón de res y guisado. Quería repetir pero mi panza no dio para más.
El magistrado Gómez tenía pendientes para desahogar y yo me quedé como Dios manda, en la antesala. Sólo para que el atildado Magistrado saliera para decirme que, finura y atenciones de caballero, no iba a tardar y que si quería mientras pasar a sentarme en la oficina del Magistrado… ¡Germán Froto y Madariaga! No pude resistir la tentación de conocer la oficina de mi hermano. Desde su quebranto de salud, todo sigue igual y en su sitio, me espetó su asistente la cual preguntó por la salud del maestro. Me senté en su departamento y observé. Observé. Pilas de libros por aquí, tratados de leyes por allá, expedientes en su mesa de trabajo. Un pequeño cosmos de inteligencia en ebullición. La oficina tiene la rúbrica de don Germán en el más mínimo detalle. Agradecí la oportunidad. Ojo, es día que el maestro Froto y Madariaga no lo sabe. Puf, espero me perdone la intromisión.
Rematando el último sorbo de café y la última gordita, la cual se deshacía en el paladar, el magistrado Francisco Gómez y Gómez recibió un mensaje en su celular. Nos recibiría en el filo del mediodía y en su oficina en la Torre de Palacio de Gobierno, el Alcalde de Torreón, Miguel Ángel Riquelme. Y es que a Riquelme lo había saludado rápidamente en la inauguración del evento internacional donde fue uno de los oradores principales.
Esquina-bajan
Enfilamos nuestros pasos hacia la sede de gobierno y en plena plaza principal. El edificio es, usted lo sabe, de apenas años y es un portento de obra arquitectónica. Riquelme Solís estaba en sesión de Cabildo y en una votación, por lo cual cuando nos indicaron que nos trasladáramos a su oficina en el séptimo piso del edificio, este escritor le transmitió sus deseos de no interrumpir y quedar emplazados para luego. Atento, el Alcalde se dio un espacio de tiempo que agradezco. La vista es impresionante desde su despacho. Con decoración minimalista, se domina Torreón.
Tres puntos cardinales son vistos y apreciados desde su despacho de Alcalde. Aquello es inigualable. Riquelme Solís fue requerido entonces por su Secretario de Ayuntamiento, Jorge Luis Morán, para que emitiera su voto y juicio en un asunto de la comuna lagunera. Quedamos plantados a próxima visita de entrevista y trabajo con él. Cordial, me despidió con un abrazo y apretón de manos. No tratamos ningún tema, salvo buenos deseos. La agenda de Riquelme estaba saturada y no era el mejor momento para platicar sobre una pluma volando en el ambiente: su precandidatura al Gobierno de Coahuila. Dijo un chascarrillo al respecto. No voy a cometer la infidencia de contarlo. Fue bueno, por cierto. Bueno.
Apenas y quedaba tiempo para visitar algún punto o calle preferida y pues no, al momento de componer la presente aún no puedo terminar de redactar mi ya harta prometida crónica urbana de Torreón. Por cierto y como adelanto, hay un restaurante nuevo, es realmente un vivero con un bar-restaurante, “El Encanto”, liderado por don Ramón Chufani y su esposa Alicia Guerrero. Inició como un merendero, hoy se sirven desayunos, comidas y cenas con lo cual se ha colocado de un solo golpe en el preferido de la Comarca.
Letras minúsculas
Volveré a Torreón. Mucho qué contar.