Tolerancia y libertad
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Tolerancia y libertad
Siempre y cuando su ejercicio no vulnere los derechos o libertades de terceros, la libertad personal es un principio universal de la vida en sociedad. Es fundamental para toda sana convivencia respetar la forma de ser, cultura, religión y demás peculiaridades de los otros. Es imperativo respetarnos y tolerarnos los unos a los otros, so pena de poner en peligro la vida en sociedad.
Esta vez fue París. Una fracción radical propia del islamismo, perpetró un nuevo acto terrorista contra Occidente. Hago una primera precisión. Hablar de radicalismo Islámico no supone atacar a una religión, a una cultura, a un pueblo; sino llamar por su nombre a la desviación violenta de una religión válida y legítima como es la musulmana, la religión fundada por Mahoma.
Existen millones de musulmanes pacíficos, tolerantes y respetuosos, que creen en la paz y el amor como premisas de convivencia para toda la Humanidad. Por su parte, existen radicales islamistas que quieren a 20 metros bajo tierra a cuantos no renunciemos a nuestras creencias, a nuestra cultura, a nuestra forma de vida. Para ellos somos infieles que, si no aceptamos su fe, estaremos mejor muertos.
La diferencia es crucial. Porque no podemos juzgar a toda una religión por las atrocidades de unos cuantos, que se dicen creyentes pero que hacen todo lo contrario a lo que dicta su religión. Esto mismo aplica para todo creyente, sea éste cristiano, católico, judío, hindú, budista o animista.
Poco después de los atentados de París, un vocero del grupo terrorista expresó con mucha claridad la posición de esta agrupación, sin dejar lugar a ninguna duda, cito:
“… Si eres sincero con Alá en tu adoración y credo… opera dentro de Francia. Aterrorízalos y no les permitas que duerman, por el temor y el horror. Hay armas y vehículos disponibles y blancos a los que hay que atacar. Hay incluso veneno disponible. Envenenen el agua y la comida de, al menos, uno de los enemigos de Alá (los que no piensan como ellos). Mátalos y escúpeles en la cara, pasa por encima de ellos en vehículos, haz lo que tengas que hacer para humillarlos, porque se merecen eso y más.”
Nuevamente, no se trata de responder a un acto de guerra, al bombardeo a una u otra comunidad. No se trata de la guerra de palestinos contra israelíes por un territorio, donde se cometen muchas atrocidades de uno y otro lado. Esta guerra es por la identidad. Como no compartimos los valores de esa minoría, debemos morir.
El mejor caricaturista de México, Francisco Calderón, en su cartón dominical lo explica con gran claridad. Los radicales terroristas, NO los musulmanes, dividen al mundo en dos casas: Dar Al-Islam o Casa de la Fe y Dar Al-Harab o Casa de la Guerra. Pertenecen a la primera los países islámicos regidos por la Sharia, la ley del Islam, desarrollada cientos de años después de la muerte de Mahoma. El Estado se supedita a la religión, así de sencillo.
De ahí se derivan múltiples alternativas y acciones. Algunas más violentas que otras, tanto a la defensiva, como a la ofensiva.
El asunto que nos interesa, se refiere a los que caemos dentro de esta definición, es decir, todos los demás. Dar Al-Amn o Casa a Salvo, Dar Al-Kufr o Casa del Infiel, Dar Al-Ahd o Casa de Conciliación, Dar Al-Hudna o Casa de la Tregua y Dar Al-Dawa o Casa por invitar. Los atacados por el terrorismo islámico radical, NO por una religión, fue la Casa del Infiel: Occidente. México sería la casa por invitar. “Países con los que no hay pleito, ni población musulmana para que lo haya”. (Cartón Francisco Calderón 15-Noviembre del 2015).
La ecuación ante los terroristas es sencilla. Pero las consideraciones y daños colaterales no lo son tanto. Además no podemos dejar de observar a los múltiples aprovechados de un lado y de otro, una vez que Occidente reaccione o deje de reaccionar.
Mientras esta maraña de intereses se aclara, me quedo con lo dicho por el Papa Francisco y Angela Merkel. “Usar el nombre de Dios para justificar la violencia es blasfemia (Papa Francisco)”. Obvio está que en ninguna religión Dios es violento ni invita a la violencia, aunque haya quien así lo quiera interpretar.
Angela Merkel, por su parte, esa mujer que aparenta frialdad absoluta y que desplazará de los libros de historia a la Dama de Hierro, marca la ruta de lo que sería el mejor contraataque: “Los europeos deberían de tener el valor de volver a la Iglesia y a la Biblia, redescubrir el tesoro del Cristianismo”. Conocer nuestra identidad, nuestra cultura, nuestra historia, ésta es nuestra mayor fortaleza. Incluyo a México, con sus diferencias culturales e históricas, porque es parte de Occidente, aunque no seamos protagonistas.
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