Todavía son invisibles
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Todavía son invisibles
Hace tres años, de la sociedad civil en nuestro país surgió la iniciativa por el reconocimiento del derecho a la igualdad, a la inclusión social, al respeto de los derechos humanos de las personas pequeñas, comúnmente conocidas como enanos, término que denota desprecio, desdén y que, por el contrario, en la mitología, que mucho tiene de cierto, son descritos como personas fuertes, tenaces e indomables.
El pasado 25 de octubre fue instituido por la ONU como el Día Mundial de las Personas de Talla Baja. Se conoce poco acerca del origen de esta patología, pero por fortuna, el año pasado, la Cámara de Senadores de nuestro país aprobó el decreto en el que se reconoce ese día como el Día Nacional de Personas de Talla Pequeña. Aunque hay diferencia en el los términos adoptados por la ONU y los de nuestro país, lo importante es que se da un paso para la visibilización de los derechos de estas personas que padecen discriminación en diversos ámbitos de la vida social nacional.
Se estima que en México, el número de personas pequeñas puede alcanzar a más de 13 mil, las que deben enfrentar verdaderas barreras sociales que impiden su inclusión en los diversos contextos: familiares, educativos, de salud, laborales, culturales, etcétera. Tan invisibles han sido estas personas que ni el Inegi se ha ocupado de elaborar un padrón por el que pudieran conocerse sus condiciones socioeconómicas. Y es que hasta ahora la gente pequeña sigue siendo estigmatizada, ignorada e incomprendida.
María Fernanda relata que “cuando era niña lloraba mucho porque la gente se le quedaba viendo y decían: ‘Mira, ahí va una enana’ y se burlaban. Sobre todo me molestaba que los niños se rieran de mí y sus papás no les dijeran nada”. Siempre ha sufrido bullying por su estatura y expresa con tristeza que cuando la gente se le queda viendo le dan ganas de decirles “soy una persona normal y no me llamen ‘enana’. Esa palabra se escucha muy discriminatoria para nosotros. Es ofensiva”.
Es muy reciente la toma de conciencia sobre la discriminación a este grupo vulnerable, pero se va difundiendo rápidamente a través de los medios de comunicación. Ellos son la mejor vía, sobre todo los electrónicos, ya que más del 90 por ciento de los mexicanos se informan a través de la televisión.
Las personas pequeñas todos los días se enfrentan a la infraestructura de una ciudad diseñada para personas de talla estándar: el transporte, las ventanillas de los bancos, los mostradores, los sanitarios, los teléfonos de monedas, incluso hay escalones o banquetas que son demasiado altos.
Muchas personas de talla baja muestran desconfianza cuando te les acercas en la calle porque piensan que los quieres contratar para que la hagan de bufones, incluso hay personas que se les acercan y les dicen: “Déjame tocarte porque dicen que los enanos son de buena suerte”. Eso es terrible para quien tiene un hijo pequeño con acondroplasia.
Hay muchas historias de personas pequeñas que revelan claramente que las dificultades no las detienen. Las hay a quienes sus padres le hacen pupitres a su medida y sus madres del elaboran ropa acorde a su talla, así que no les hacen sentir minusválidos y les dan una carrera profesional.
En Coahuila ya se incluyó el 25 de octubre como el Día Estatal de Personas de Talla Pequeña, lo dijo Cinthia Molano, presidenta de la asociación de gente pequeña: vigilarán para que esta inclusión en la Ley no quede en letra muerta, como otros casos debido a problemas presupuestales. Cuánta razón tiene Cinthia, porque leyes sin presupuesto son demagogia.
La gente pequeña da el ejemplo, están dando la batalla por el reconocimiento y el respeto, su visibilidad.