Titanes modernos: Un México luminoso

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Titanes modernos: Un México luminoso

ilustración: Esmirna Barrera
Evitar caer en el error de hacer caso a todas aquellas personas y medios que se empeñan en decir que no se

En un artículo titulado “juventud sin mañana” Martin Descalzo exhorta a los jóvenes a evitar caer en el error de hacer caso a todas aquellas personas y medios que se empeñan en decirles que no tienen futuro, ahí los invita a ignorar todo tipo de filosofías “derrotistas”, todas aquellas ideas que intentan hacerlos sucumbir ante el esfuerzo y dudar de la lucha que han de emprender para alcanzar sus más altos ideales.

Comparto la idea de este autor cuando dice hoy “los jóvenes puede que tengan que vivir más cuesta arriba que nunca, pero quienes se atrevan a vivir audazmente esa cuesta arriba encontrarán en la cima un futuro del qué vivir y por el qué luchar”.

EL ESPEJO

Descalzo apunta: “si un muchacho humilde cae en la droga y en la delincuencia, la culpa es de la sociedad. Si un muchacho humilde trabaja y se esfuerza y llega a director de Banco o a catedrático de biología molecular, el mérito es del individuo. Falta por averiguar quién es el responsable de que la mayoría seamos tan mediocres.

Efectivamente, -continúa Descalzo- en primer lugar está hoy ‘la sociedad’ como la gran coartada. Cuando un abogado quiere defender a un delincuente, la culpa es siempre de la sociedad, que le empujó al delito. Y puede que en esto haya algo de verdadero. Pero siempre se oculta que, en ese mismo ambiente, con idénticas circunstancias, otros cien muchachos no cayeron en la delincuencia y tal vez hubo uno que ascendió a los puestos directivos de esa sociedad que, según el abogado, ahogó al primero. ¿Dónde estuvo la diferencia? ¿No será verdad que, a fin de cuentas, toda vida construida se ha logrado levantar a contrapelo de la sociedad?

Luego está la segunda gran pregunta: ¿Quién construyó la mediocridad de la mayoría sino la vagancia o la falta de entusiasmo de esa misma mayoría? Me gustaría pedir a los muchachos que me lean que nunca busquen fuera de sí mismos las razones de sus fracasos, que tengan al menos el valor de descubrir en el espejo que ellos mismos son sus mayores enemigos. O sus mayores amigos, sí, en lugar de buscar coartadas, se deciden a tomar su vida con las dos manos y a construirla durante años cada mañana y cada tarde”, y para muestra bastan algunos mexicanísimos botones…

Es alentador constatar que existen victorias silenciosas de miles de jóvenes mexicanos que se fraguan desde el anonimato para luego ser fuente de inspiración para todos”.

TALENTO

Uno de los deportes más exigentes es indudablemente el basquetbol, los que lo juegan lo saben bien: se requiere mucha velocidad, esfuerzos prolongados, excepcional fortaleza y capacidad anaeróbica, inagotable resistencia, inteligencia para administrar los esfuerzos, coordinación e incuestionable disposición para trabajar colaborativamente. En resumen, hay que tener y cultivar el talento para persistir y destacar.

La liga más competitiva del mundo de este deporte se encuentra en Estados Unidos, precisamente es la NBA la que tiene a los deportistas más excelsos y, hasta hace poco, solo dos compatriotas habían destacado en esta liga: Horacio Llamas y Eduardo Nájera, quienes fueron los detonantes mexicanos de este deporte en la NBA y tal vez en México.

EJEMPLOS

Los jóvenes necesitan “personas–modelos” que les sirvan de ejemplo e inspiración, por ello hoy invito a este espacio a dos destacados mexicanos del baloncesto, que se han levantado “a contrapelo”, que han decidido tomar su vida “con las dos manos” y así jamás ceder a la mediocridad, me refiero al nayarita Gustavo Adolfo Ayón Aguirre quien, después de haber formado parte de varios equipos de la NBA llegó a jugar cinco temporadas con el Real Madrid, y también hablo del espectacular chihuahuense Jorge Gutiérrez, que hoy juega en las grandes ligas del mundo al firmar el pasado enero con el Peristeri de la poderosa A1 Ethniki griego; sin duda, ambos son fuente de inspiración para los niños y jóvenes mexicanos. Los dos han tenido que luchar en contra de inmensas adversidades y los dos, sin recursos, han puesto en alto el nombre de México en este competitivo deporte.

EL TITÁN

La biografía de Gustavo es estimulante, nació Zapotán, una pequeña comunidad de apenas 600 habitantes cerca de Tepic, Nayarit. Fue formado en el seno de una familia humilde como lo comentó Gustavo en una entrevista: “mi madre era maestra de primaria. Siempre tenía trabajo, hacía lo que podía. El resto lo hacía mi padre, que después se iba al rancho a trabajar, sea con las vacas, macheteando o sembrando”.

Gustavo tomó el ejemplo de sus padres: “no era bueno en la escuela, y las personas piensan que si allí no eres bueno, no tienes futuro. Eso es una mentira. No importa que tengas buenas notas, lo que importa para mí es que mis padres me enseñaron cómo vivir la vida, con valores y ejemplos”.

CUESTA ARRIBA

Cumplir cabalmente un sueño personal tiene un alto costo, requiere sacrificios diarios, como lo muestra la biografía de Ayón: “Lo más difícil fue irme de mi casa, de un pueblo donde no se tiene mucho futuro más que los Estados Unidos. La primera vez que salí de Nayarit fue en 2003 para ir a la ciudad de Puebla a probarme a un equipo universitario. Llegué a una universidad donde lo que sobraba eran vicios, alcohol, drogas y discotecas”, pero él tenía un ideal muy claro que jamás iba a poner en riesgo.

HACIA ARRIBA

Su sueño cotidianamente se alimenta de los valores aprendidos en casa y de su aprecio por sus padres: “el 4 de agosto del 2003 mi padre me fue a dejar a Puebla, fue la primera vez que lo vi llorar. Fue sólo una lágrima, y eso para mí fue como si llorara. Esa lágrima es la que me sigue dando fuerzas para seguir escalando y llegar a lo que quiero que es la NBA” y así sucedió, sin duda haciendo real el dicho que reza “si lo puedes soñar lo puedes lograr”, Gustavo aprendió a mirar hacia arriba de su propia escalera, para escalar un peldaño a la vez, siempre con el amor puesto en aquello que estaba empeñado a lograr.

Gustavo se distingue por su inagotable confianza en sí mismo: “me creo capaz de lograr lo que quiero. Siempre defiendo mis ideales”, además su arrojo es ejemplar: “siempre me gusta ser el mejor en lo que hago, me encantaría ser el mejor basquetbolista mexicano de todos los tiempos, sería un muy buen galardón y voy a trabajar muy duro para que eso se haga realidad”.

SIN RECURSOS

Por su parte, Jorge Gutiérrez dejó su hogar para aventurarse, casi sin recursos, a los Estados Unidos para materializar su sueño: convertirse en un basquetbolista profesional y, sin saber el idioma, sufriendo estrechez de recursos y habiendo padecido graves discriminaciones raciales, al paso del tiempo se ha convertido en un virtuoso en el manejo de balón, en ejemplo de valor, determinación y perseverancia, como él lo manifiesta: “tuve que luchar para todo. Nadie me regaló nada, así es como jugué, luchando para obtener todo”.

Para tener idea de lo que tuvo que pasar Jorge solo hay que saber que cuando empezó a jugar en la escuela se realizaron manifestaciones impulsadas por activistas anti-inmigrantes quienes cuestionaban su edad, inclusive se sabe que llegó a recibir amenazas de muerte. Pero nada lo detuvo.

Hoy, gracias a su esfuerzo, es “uno de los jugadores más entretenidos de ver, atacando la canasta en ofensiva y defendiendo a los mejores jugadores del equipo contrario”.

ESPERANZA

Es alentador constatar que existen victorias silenciosas de miles de jóvenes mexicanos que se fraguan desde el anonimato para luego ser fuente de inspiración para todos. Estos muchachos que hacen caso omiso de esas voces perversas que pregonan el derrotismo, la desilusión, la desesperanza, el pesimismo y la vacuidad y la división, que se arremangan las manos para transformar sus más caros anhelos en fecundas realidades, son los auténticos titanes modernos, que encendidos por excelsos ideales y por una inquebrantable entereza de ánimo, indudablemente encarnan la esperanza para construir un México luminoso, abierto al mundo y genuinamente humano.

cgutierrez@tec.mx

Programa Emprendedor Tec de Monterrey Campus Saltillo