MONTERREY.- El primero de los dos Clásicos de la serie fue de Tigres y probablemente la clasificación a las Semifinales también.

Tigres despachó anoche a Rayados con un 4-1 inapelable en la Ida de los Cuartos de Final ante un pletórico estadio Universitario y la tremenda diferencia parece ser irreversible para un Monterrey que mostró su cara más pálida y desconcertante.

El campeón, con dos goles de André Pierre Gignac y otro doblete de Jesús Dueñas, le demostró al Monterrey que si llegó hasta la Liguilla es porque quiere ganarla y argumentos no le faltaron. José María Basanta anotó el descuento para la visita.

El equipo de Ricardo Ferretti fue implacable. Tuvo control, juego, orden y goles. Todo lo que necesitaba para exhibir su músculo y marcar territorio.

Aún resta la revancha del sábado en el BBVA Bancomer, pero la serie prácticamente se podría dar por sentenciada. No sólo por el resultado, sino por la fuga de poder que posee Rayados y el hambre que tiene Tigres, que ha anotado nada menos que 19 goles en los últimos 6 partidos.

El cuadro de Antonio Mohamed está en horas bajas, no reacciona y no le alcanza con lo que trae. Así de simple.
Tigres fue más contundente, sobre todo en la primera etapa, donde ganó ese tramo por mérito propio. No sólo porque fue efectivo, sino porque controló el partido y le anexó su cuota individual como factor de quiebre.

Mientras Rayados buscó neutralizar el manejo adversario, dicha misión le consumió mucho físico y le quitó juego. Y si se arrimó al área de Nahuel Guzmán fue por algunas acciones aisladas vía Dorlan Pabón o Yimmi Chará.

Dentro de ese contexto que propuso Rayados, el peso individual de Tigres se las ingenió para zafar de ese candado táctico.

Al minuto 19, un rechazo de Hugo González fue capitalizado por André Pierre Gignac para estampar el 1-0. Tigres ya estaba arriba y la reacción de Rayados fue tibia.

El desnivel de Tigres estaba en la rapidez para recuperar y en la velocidad para atacar. Sobre el final del primer tiempo, Jesús Dueñas abrió para Ismael Sosa y fue a buscar el centro. El balón le cayó al volante felino, quien frente a González definió para el 2-0.

Tras el descanso, Rayados salió por un gol, adelantó líneas y le dejó el campo abierto a Tigres, que en una estocada puso el 3-1 vía Gignac.

Lo demás fue una fiesta auriazul. Llegó la expulsión de Aldo de Nigris, la anotación de Basanta y el zapatazo de Dueñas para decorar la paliza.