Tigres llega en modo ‘vacío’

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Tigres llega en modo ‘vacío’

Foto: Cuartoscuro

De cara a la Liguilla, Tigres está obligado a demostrar mucho más en la cancha –y de local- si desea traducir sus aspiraciones en un premio sustancioso. Esta es la autopsia inmediata que se desprende después de sus ondulaciones a lo largo de 17 fechas.

Tigres podrá contar con el mejor plantel del futbol mexicano por nombres, calidad, talento y precio, estimulado por esa globalización futbolística de la cual quiere formar parte, pero quizás hoy el marketing es lo de menos.

Tigres hoy no está bien. No juega bien y llega a la Liguilla con una sorprendente fuga de poder, independientemente de los lesionados.

¿Que la Liguilla pudiese ayudarle al cuadro de Ferretti a motivarse y a acelerar un crecimiento que en la recta final del torneo se ha estancado?, tal y como dicen por ahí. Aún está por verse.

Si bien Tigres con Ferretti siempre ha sido predecible para jugar, pero altamente impredecible en cuanto a resultados –le basta una ráfaga para definir a su favor cualquier partido, incluso, sin merecerlo-, sus garantías en esta etapa final emiten señales difusas.

Su avaricia deportiva, esa de no querer compartir la pelota ni el dominio muchas veces le trae más perjuicios que beneficios. Cae en rutinarios movimientos, en traslaciones espesas y en un comportamiento estéril, sin variantes, sin fuerza y, por lógica consecuencia, sin visión de gol.

Tigres ha sumado sólo 8 de sus últimos 21 puntos, lo que retrata su decadencia en cuanto a productividad, pero lo peor de todo es el peso que ha perdido en el Universitario, donde no ha ganado en sus últimas cuatro presentaciones.

Y este no es un detalle menor para un Tigres que en época reciente supo atropellar a cuanto rival se le pusiera enfrente en casa y ha utilizado su localía como plataforma de despegue para cumplir con ambiciosos propósitos en otros torneos.

Los últimos adversarios que pasaron por San Nicolás –léase Cruz Azul, Necaxa, Monterrey y el sábado Querétaro- dieron con algunos antídotos para bajarle el ritmo y el poder a Tigres.

Lo controlaron con muy poco, con recursos simples tan viejos como el futbol —concentración en la marca, contracción táctica y salir de contra— y lo orillaron a un estado de parálisis.

Esta situación supone ser más dramática de lo que aparenta: a Tigres lo han desafiado a evolucionar, a encontrar nuevas soluciones para nuevos problemas y no ha podido responder. Se le esfumaron las ideas y se han profundizado sus ya obvios inconvenientes para diversificar sus mecanismos colectivos.

Ferretti dice que Tigres ha compensado de visitante lo que ha perdido de local. Un argumento absurdo que no alcanza a disfrazar la incapacidad que ha tenido el equipo para sostener esa mejoría y progreso que había logrado en la primera parte del torneo.

El técnico, en todo caso, no le ha entregado al equipo las herramientas necesarias para que la virtud de este Tigres sea perdurable.

Y ahora no todo pasa por cargarle el peso del bajón a los lesionados, sino en cómo solucionar, por ejemplo, el manifiesto ausentismo al que se han adherido Gignac y otros compañeros más desde hace varias jornadas.

Pasa, en todo caso, por recapacitar, tener “factor H” para desechar lo que no funciona –incluidas  jerarquías-, y tratar de torcer una tendencia que, de mantenerse, a Tigres no le va a alcanzar para llegar muy lejos.