Terror por el camino a Santiago

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Terror por el camino a Santiago

La “guerra santa” del Estado Islámico es una ofensiva de fanatismo irracional, como la hemos visto en atentados recientes que buscan aniquilar a los “infieles” al integrismo de su credo confesional, aunque nosotros, sin estar conscientes de ello, también somos fanáticos religiosos y ofendemos al Islam.

Es lamentable que el terror islámico contra España haya impactado a Cataluña, pues, para empezar, hay que decir que el pueblo Catalán no se siente español y, asimismo, no hay que olvidar que fue Cataluña una de las comunidades más castigadas por el terrorismo de otro Estado fanático religioso como fue el del Nacional Catolicismo implantado por el dictador Francisco Franco, tras el golpe que derrocó a la Segunda República Española.

Un golpe militar consumado por un Estado católico integrista conformado por curas y militares con profundas raíces en la Inquisición y la Contrarreforma, mismos que desataron la sangrienta cacería contra todos los republicanos, especialmente de vascos y catalanes vencidos en la Guerra Civil.

Por eso resulta aberrante que los catalanes sean hoy el blanco del Islam, acusándolos de ser los responsables de la masacre de moros por la Inquisición española. Ofensiva de fanatismo religioso que no es más que un viejo almanaque de la estética fascista implantada por la Falange española, formada por un ejército de hombres mitad curas y mitad soldados, una reminiscencia atroz de Santiago Matamoros, Tomás de Torquemada y de Ignacio de Loyola.

Y es que su equivalente yihaidista ataca ahora a Cataluña como hace 80 años lo hizo Franco con su espada asesina, la misma que fue bendecida por Eugenio Pacelli, el Papa Pío XII, el pontífice acusado de solapar el Holocausto y de haber permitido que el clero español siempre estuviera junto a Franco, bajo palio, recibiendo las 30 monedas con la efigie del dictador y la leyenda inscrita: “Francisco Franco, caudillo de España por la gracia de Dios”.

Cierto es que los terroristas fallaron en su ataque a la catedral de la Sagrada Familia en Barcelona, un intento inaceptable en cuanto a que dicho templo nada tiene que ver con la Contrarreforma ni con la Inquisición ni, mucho menos, con el santo más venerado de España: Santiago Matamoros.

Y aquí topamos con el fanatismo católico similar al del Islam; la veneración al apóstol Santiago, también llamado el “Matamoros”, mismo que aparece en todas las iglesias católicas blandiendo una espada y matando musulmanes, algo inaceptable si se busca la paz y la hermandad entre religiones. Y para que vea usted la dimensión de dicho culto, basta decir que aquí en Coahuila, el “Matamoros” tiene un municipio con su nombre (aunque se refiera a un apellido), y que es el santo patrón de Saltillo, Monclova y Viesca.

Seguramente el Vaticano va a impedir que las imágenes del apóstol Santiago sean cambiadas por otras menos agresivas, como también ha impedido que los musulmanes entren a orar a la Mezquita de Córdoba, misma que ellos construyeron y que ahora es una catedral católica. El clero español les ha negado entrar en su mezquita y ahora, por medio del terror, reclaman todo el Al-Ándalus.

Y conste que el Estado Islámico puede llegar con su terror a muchas partes del mundo, nomás deje que los de la Yihad se percaten de la existencia de cientos de templos dedicados al “Matamoros”, y ojalá (del árabe que significa “quiera Alá”) que no se llenen de sangre inocente todos esos Caminos de Santiago.