‘Temo que vuelva el hiperpresidencialismo’, entrevista con José Wolddenberg, ex presidente del IFE

Usted está aquí

‘Temo que vuelva el hiperpresidencialismo’, entrevista con José Wolddenberg, ex presidente del IFE

Revisión. En su nueva obra, Woldenberg analiza cómo cambiará el mapa de representación. EL UNIVERSAL
El hoy analista advierte que de haber un poder omnímodo en el Ejecutivo, esto podría traer de nuevo al autoritarismo

CDMX.- El optimismo que José Woldenberg tiene en los resultados de las elecciones de este domingo, donde espera que haya contrapesos desde la Cámara de Diputados, congresos estatales y gubernaturas, no le alcanza para confrontar el peligro de que México regrese al hiperpresidencialismo que añora el presidente Andrés Manuel López Obrador, y con ello se desplace hacia el autoritarismo.

“A lo que temo es a la reconstrucción de un hiperpresidencialismo que paulatinamente se vaya desplazando hasta construir autoritarismo, ¿por qué? porque en democracia el poder debe estar regulado, dividido y vigilado, y esos tres asuntos no le gustan a nuestro Presidente; él vive la Constitución y la ley como un corsé que lo ata, no le gusta compartir el poder, es evidente; por otro lado, quienes están en vigilancia del poder y emiten opiniones en su contra inmediatamente son descalificados”, asegura el politólogo.

En entrevista a propósito de la publicación del libro ‘Contra el autoritarismo’ (Ediciones Cal y arena, 2021), en el que reúne tres ensayos, un texto sobre la actualidad de Benito Juárez y varios textos misceláneos publicados en El Universal, Woldenberg señala que la elección del domingo “modificará el mapa de la representación política en el país”.

¿Las elecciones serán determinantes para la democracia?

Vamos a unas elecciones muy grandes e importantes, creo que vamos a volver a ver que México es un país plural, con muy diferentes ideologías, intereses, expectativas, incluso sensibilidades y esa diversidad se va a expresar en las urnas. Nadie va a ganar todo ni nadie va a perder todo, vamos a tener un Congreso plural, gubernaturas encabezadas por personas de diferentes partidos, gobernadores que van a tener que coexistir con presidentes municipales de otros partidos,  congresos locales plurales, quizás en algunos de ellos alguna fuerza obtenga la mayoría, pero quizá en otros volvamos a tener fórmulas equilibradas.

¿Es necesario contener el poder del Presidente?

Dado que yo sí creo que desde la Presidencia hay un afán de concentrar el poder en la propia Presidencia, va a ser especialmente importante cómo quede conformada la Cámara de Diputados porque no será lo mismo que en la Cámara de Diputados el partido del Presidente y sus aliados tengan mayoría calificada a que tengan mayoría absoluta o relativa o a que eventualmente no tengan mayoría. Y por supuesto que ese resultado no será anodino. A mí me gustaría que la pluralidad que existe en México estuviese ahí sentada en la Cámara de Diputados, y que mucha de esa pluralidad estuviera obligada a escucharse, a dialogar, a pactar porque eso hace que sus decisiones tengan una densidad mucho mayor; en cambio, cuando se siguen los dictados de una sola persona, pues se pueden cometer, como de hecho se cometen, hasta tropelías. Es una elección muy importante, muy grande, va a modificar el mapa de la representación política en nuestro país y habrá que estar muy atentos a sus resultados.

En democracia el poder debe estar regulado, dividido y debe ser vigilado, y esos tres asuntos no le gustan a nuestro Presidente”.
José Woldenberg, ex presidente consejero del IFE.

¿Hay deseo del Presidente de tener todo en sus manos?

A veces me da la impresión que nuestro Presidente, que llegó a la Presidencia en un marco democrático, añorara aquellos tiempos y le gustaría que las instituciones estatales, las organizaciones de la sociedad civil, los medios, estuvieran básicamente alineados con su voluntad. Eso es imposible salvo con métodos autoritarios, pero con fórmulas democráticas es imposible, porque México es un país muy complejo, diverso, en el que palpitan muy diferentes intenciones, sensibilidades, puntos de vista, ideologías, y la verdad es que esa diversidad es la que está demandando y demanda un marco democrático para su reproducción.

 

¿Es muy crítico... pero también hay optimismo?

El libro está penetrado por cierto pesimismo con brotes de optimismo, y esto que a alguien le puede parecer medio esquizofrénico es resultado de que estamos en un proceso y de que realmente nadie sabe cuál es el desenlace. México construyó una germinal democracia y muchas de esas instituciones están diseñadas para resistir los embates autoritarios; creo que de ahí viene parte de mi optimismo, tenemos con sus altas y bajas una Corte, un Congreso plural, diferentes partidos que han colonizado el mundo de la representación, unos medios mucho más libres que 30 o 40 años, tenemos organizaciones de la sociedad civil activas, potentes, con diagnósticos y propuestas, y todo eso es una reserva democrática. Además hay algo más profundo que quizá no se vea todos los días y es la propia sociedad mexicana, todos sabemos que esta es una sociedad masiva, contradictoria, pero muy diferenciada; esta sociedad no cabe ya bajo el manto de un solo partido ni de una sola ideología ni de una sola voz, y es esa sociedad la que requiere para su reproducción armónica un régimen democrático, para decirlo de otra manera, la construcción democrática en México se hizo más por necesidad que por virtud, y esa pluralidad que existe en México quiero pensar que ningún exorcista va a poder acabar con ella, allí la parte optimista de mi visión.

 

México no merece la destrucción de sus instituciones

Sin duda, muchas instituciones seguramente requieren reformas, pero lo que no se puede hacer es despreciarlas y desconocerlas, no se puede creer que un país de estas dimensiones puede vivir sin instituciones sólidas y eficientes. En muchos campos ha habido una destrucción institucional que no presagia nada bueno, por ejemplo a todos los órganos autónomos se les bajó su presupuesto, en el Conacyt han suspendido programas... eso va dejando una estela que luego va a ser muy difícil reconstruir.

¿Es un tiempo oscurantista?

Ha habido momentos que me resultan muy desconcertantes, por ejemplo cuando iniciaba la pandemia, que el Presidente apareciera con una estampita del Corazón de Jesús señalando que por esa vía estaba construyendo cierta protección... eso no lo habíamos visto en los últimos 200 años, también su negativa a usar cubrebocas; esos son desplantes que están totalmente opuestos al conocimiento científico y que en ese sentido lo que se alimentan son supercherías, no deberían ser alimentadas desde la Presidencia. A veces me da la impresión de que no estamos ni siquiera en una discusión entre derechas e izquierdas, sino entre si vamos a discutir con las armas que fue construyendo la Ilustración o a través de todos los prejuicios oscurantistas que perviven en nuestra sociedad.

A veces me da la impresión que nuestro Presidente añorara aquellos tiempos y le gustaría que las instituciones estatales, las organizaciones de la sociedad civil, los medios, estuvieran básicamente alineados con su voluntad”.
José Woldenberg, ex presidente consejero del IFE.

El Presidente quiere ser un todopoderoso, ¿puede?

Espero que no, pero de que tiene un resorte concentrador de facultades no me cabe la menor duda, espero que el entramado republicano que existe en México logre soportar la pulsión.

¿Vamos de regreso a un hiperpresidencialismo que se puede volver autoritarismo?

A lo que le temo es a la reconstrucción de un hiperpresidencialismo que paulatinamente se vaya desplazando hasta construir autoritarismo, ¿por qué? porque en democracia el poder debe estar regulado, dividido y debe ser vigilado, y esos tres asuntos no le gustan a nuestro Presidente. Vive la Constitución y la ley como un corsé que lo ata, no le gusta compartir el poder, es evidente; por el otro lado, quienes están en vigilancia del poder y emiten opiniones en su contra inmediatamente son descalificados. En los últimos años íbamos configurando un espacio con poderes regulados, con poderes y contrapoderes, y al mismo tiempo con una vigilancia social y con una vigilancia en el propio circuito estatal, espero que eso resista y que México siga avanzando en términos democráticos.