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Tatiana Huezo estremece Karlovy Vary con su documental "La Tempestad”
La cineasta Tatiana Huezo estremeció esta semana el festival de cine de Karlovy Vary, en la República Checa, con su documental "La Tempestad", un escalofriante alegato sobre los miles de desaparecidos en México.
"Era evidente que había que contarlo", explica a Efe la directora salvadoreña de 44 años de edad, afincada en México y quien reconoce que tras este trabajo necesita "una tregua en el corazón".
Aunque 26,000 es la cifra oficial de desaparecidos, "en todas las ONG se manejan otros números, no los oficiales, que han perdido totalmente la credibilidad", asegura Huezo.
La cineasta ya había reflejado, en su debut documental "El lugar más pequeño" (2011), sobre las secuelas de la guerra civil en su país natal, El Salvador, el horror de la violencia, y ahora regresa con esta nueva sacudida.
"Hay miles de madres buscando a sus hijos desaparecidos", cuenta Huezo sobre su relato, mostrado ya en una gira ambulante con "mucho miedo" durante dos meses en diez estados de México.
"Pasamos mucho miedo, y hubo que hacer una estrategia importante de seguridad para cuidarnos y saber cómo movernos, sobre todo en el Norte (de México)", en Matamoros y Tampico, recuerda Huezo.
"El país entero está en manos de unos matones", lamenta la cineasta, que contó con la ayuda de numerosas ONG para realiza su proyecto.
En el documental se entremezclan los relatos en primera persona de Miranda, secuestrada como "chivo expiatorio" por los servicios de seguridad del Estado, entregada a una banda "narcomanta" y luego puesta en libertad, tras pagar un rescate de 25,000 dólares.
"Todos los días hay noticias de policías involucrados y del ejército involucrado en el crimen organizado", señala Huezo, al recordar el conflicto de Ayotzinapa, cuando en 2011 unos guardias de seguridad fueron supuestos responsables de la muerte de varios estudiantes de una escuela local.
El segundo relato es el de Adela, cuya hija Mónica fue secuestrada y después años más tarde la familia sigue participando, aun a riesgo de represalias, en marchas de protesta callejeras para obtener su liberación.
"Tras diez años de pelea, (Adela) está agotada y así es fácil perder la razón", cuenta Huezo sobre la protagonista.
A diferencia de Adela, el rostro de Miranda no se ve en ningún momento de la película, para resaltar que hoy en México "cualquiera puede ser ella" y que somos "muy vulnerables".