Tareas pendientes del país

Usted está aquí

Tareas pendientes del país

Aparentar que hay seguridad, simular que la ley impera, es una obsesión del gobernante. No importa que ese mismo gobernante sea el primero en manipular, violar o acomodar esa ley a su antojo. Tal vez de ahí provenga su afán de aparentar que cumple la ley. Todo mundo sabe que la corrupción es un problema que aqueja al país.

Pocos hacen algo por aminorarla, denunciarla o cambiar su conducta para contribuir a su

desaparición. Algunos ciudadanos se limitan a señalar, pero no participan dentro de un gobierno para contribuir a cambiar las cosas. Muchos políticos tienen vocación de detectives privados.

Cuando algún reportero les saca a relucir un caso de corrupción, desfalco o similar, la respuesta automática es “vamos a investigar”.

No importa el puesto que tenga el entrevistado, ni sus atribuciones o funciones, de pronto declara ser un investigador capaz de resolver cualquier caso. Es absurdo que los gobernantes resulten ser, o se conviertan en unos criminales a los que solo se puede juzgar y pedir cuentas hasta que terminen su cargo.

 La impunidad y la protección del manto partidista, les deja la vía libre a la corrupción. Hasta que un enemigo político, del mismo o de otro partido, decide sacarle sus trapitos al sol.

No existen mecanismos que permitan al gobernante tomar decisiones que representen las necesidades ni la voluntad de la población.

Al no existir la reelección de legisladores, la ciudadanía no puede evaluar su desempeño, ni el legislador se preocupa por hacer un buen papel para seguir en su cargo. Se antepone el interés partidista al bien común, las búsqueda del poder por el poder.

En otros países mas decentes, los funcionarios renuncian de forma voluntaria ante cualquier pequeño escándalo.

La rendición de cuentas y la transparencia es una mera simulación. La información que no se quiere revelar se clasifica como reservada, o se le ponen trabas al ciudadano, como pedirle dinero para copias, argumentando que son miles de copias.

Al país le hace falta construir instituciones sólidas, que sean a prueba de las balas de la corrupción. Se requiere implementar en ellas mediciones, controles, indicadores del desempeño, que sancionen de inmediato el comportamiento deshonesto o premien el bueno. Por otra parte el sistema educa para ser empleados, no se enseña a emprender e innovar. 35 millones de mexicanos solo reciben nueve años de educación.

 La mayoría de la población no llega a los grados superiores escolares y los que lo logran llegar no reciben la mejor calidad educativa.

 Si los que tienen la educación y los medios no trabajan hoy por un mejor futuro, tendrán que resignarse a que sus descendientes sufran la pobreza y la desigualdad que hoy afectan a millones de mexicanos. Nos toca participar, exigir al gobernante  y construir un mejor país para nuestros hijos.